Una mano amorosa
Hace unos veinte años, tres amigos decidieron hacer paracaidismo en caída libre. No sabía exactamente en que consistía. Me estremecí al escuchar la descripción: saltas de un avión con el instructor en tándem detrás de ti, desde una altitud de 11,000 pies; caes 5,500 pies en caída libre a aproximadamente 120 mph (200 kmph), y luego planeas los últimos 4.500 pies con el paracaídas abierto.
Otra amiga y yo decidimos acompañar a nuestros amigos al oeste de Massachusetts para disfrutar del paisaje y verlos saltar en paracaídas. Ese día me encontraba en un estado de ánimo inusualmente tranquilo y silencioso, lo que probablemente contribuyó a mi decisión de último minuto de participar en esa aventura. Sorprendentemente, seguí tranquila y sin miedo hasta el momento de salir del avión.
Al colocarme en el ala del avión, el impacto de la gran altitud, del fuerte viento y del ruido me hicieron perder el aliento, mientras una sensación de pánico se apoderaba de mí. Mi mente se quedó en blanco. Lo siguiente que recuerdo fue una caricia suave en mi mano, que me despertó del estupor en que me encontraba y me hizo pensar: ¡Oh, es verdad! ¡Tengo que saltar! Retiré la mano de la puerta, salté, y a partir de ese momento, sentí puro gozo. Mis amigos me confesaron más tarde que no recordaban si disfrutaron de esos primeros momentos después de saltar, porque aún estaban en ese estado de inconsciencia provocado por la ansiedad extrema.
Una vez en tierra, el piloto del avión me explicó que fue esa “suave” caricia: estaba tratando de soltar mi mano que estaba agarrotada a la puerta del avión, y no pudo. Dijo que era imposible. Me pregunto qué hubiera pasado si esa caricia no me hubiera devuelto a la realidad y al momento presente. Algo en ese contacto físico me liberó del miedo y me permitió experimentar y disfrutar la euforia de volar. ¡Me sentí como un pájaro! Fue una experiencia única en la vida que siempre apreciaré y nunca olvidaré, y créeme, ¡una vez es suficiente!
¿Qué tiene el contacto de la mano de alguien que nos brinda tanto consuelo y coraje? Me hice esta pregunta recientemente cuando escuché una de mis historias favoritas del Evangelio en la misa dominical. Era Mateo 14: 22-33, la historia de Jesús caminando sobre el agua. Jesús le dice a Pedro: “Ven”. Mientras Pedro mantiene sus ojos en Jesús, todo está bien, pero en el momento en que dirige su atención al fuerte viento, se siente preso del miedo y comienza a hundirse. Afortunadamente, todavía confía en el poder de Jesús lo suficiente como para gritar: “Señor, sálvame”. Inmediatamente, Jesús extiende su mano y agarra a Pedro. Mientras escuchaba este pasaje del Evangelio, me preguntaba si Pedro sintió paz y alivio cuando Jesús le tocó la mano y lo agarró.
Como Pedro, cuando estamos en medio de tormentas personales, familiares o sociales de cualquier tipo, sean grandes o pequeñas, ¿recordamos que Jesucristo siempre nos está esperando, pidiéndonos que acudamos a él, invitándonos a confiar en su poder, su gracia, su misericordia, su presencia? ¿Confiamos lo suficiente como para saber que en Jesús podemos encontrar la fuerza, el coraje y la paz que necesitamos para lidiar con lo que nos perturba o preocupa?
Cuando nos dejamos conmover por el amor de Dios, podemos a su vez conmover a los demás. Quizás con una simple sonrisa, o un enfoque compasivo de una situación, podemos hacer que otros se den cuenta de la conmovedora presencia de Dios que también está disponible para ellos. Una conexión puede ser todo lo que alguien necesita para aliviarlo de sus sufrimientos y liberarlo de sus miedos, para que a su vez pueda lanzarse a lo que sea que la vida le depara con confianza, libertad y alegría.
Dulce Soler, PhD, was born in Tarragona, Spain. She grew up in Madrid in a Catholic family with 8 brothers. She drifted from the church while in graduate school in the US. She considers herself very fortunate to have been invited back and to continue to discover the treasure, wisdom and beauty of our faith.
Dulce is a biologist who works in pharmaceutical R&D developing medicines for various diseases.