Reunidos alrededor de la mesa
Durante mi niñez y adolescencia, los domingos giraban siempre en torno a asistir a la iglesia y a visitar a la familia. Después del servicio dominical, nos dirigíamos directamente a la casa de mis abuelos. Allí, nos reuníamos alrededor de la mesa, la cual estaba servida con una gran variedad de apetitosos platos; con nuestros tíos, tías y primos, disfrutando hasta el anochecer. En ese momento, yo no sabía que estábamos continuando con una larga tradición que surgió de la época de Jesús y del Judaísmo.
El Sábado (Sabbat o día de reposo), conocido como el día del Señor o Domingo, es el momento perfecto para descansar, relajarse y disfrutar con los amigos, después de una semana ocupada por nuestras tareas diarias. En la actualidad, muchos continuamos compartiendo comida, vino y pan, tal y como Jesús lo hizo con sus amigos y seguidores.
En el Evangelio, existen muchos ejemplos en los cuales Jesús está sentado a la mesa. Uno de esos ejemplos está en Lucas 14:1, cuando Jesús “En el Sabbat… fué a cenar a la casa de uno de los líderes fariseos”. En esta cena particular, Jesús es duramente criticado por los presentes, por trabajar durante el Sabbat (los judíos lo tenían prohibido) y por ocupar el asiento de honor en la mesa del banquete (en este caso, la mesa del fariseo) (Lucas 14:2-7). A pesar que ésta situación pudo haber sido incómoda para Jesús, él no la esquivó; al contrario, la utilizó para darle una enseñanza a aquéllos que estaban a su alrededor. ¿Sabemos cómo lidiar con nuestros familiares y amigos en este tipo de situaciones, cuando se nos presentan durante nuestras conversaciones alrededor de la mesa? ¿Nos escuchamos mutuamente? ¿Nos importa el punto de vista del otro? ¿O por el contrario, nos preocupamos más de mantener “la paz” en la conversación, que de aceptar puntos de vista diferentes?
Reunirse alrededor de la mesa significa algo más que tener una buena conversación, es también agradecer todos unidos a través de una sencilla oración todas las bendiciones que tenemos en nuestras vidas. Jesús siempre daba una bendición antes de partir el pan. Esto es lo que hacían los judíos devotos. Jesús continuó esta tradición para enfatizar en nosotros la importancia de ser agradecidos por lo que tenemos. ¿Das las gracias con tu familia antes de cenar? ¿Compartes tiempo junto a tus familiares por lo menos una vez a la semana alabando a Dios por las bendiciones recibidas?
Tengo recuerdos muy bellos de nuestros domingos familiares, donde cada uno de nosotros contribuíamos en la preparación de los alimentos, o en la limpieza posterior a la cena. Nos divertíamos mucho cuando nos reuníamos. No hacíamos nada especial, sólo era el hecho de reírnos, jugar y disfrutar de ese momento tan único. No siempre eran conversaciones divertidas, también las había serias, en las cuales con frecuencia no estábamos de acuerdo los unos con los otros; pero siempre, a pesar de los desacuerdos, nos levantábamos felices y planificando nuestro siguiente encuentro.
Les confieso que traté de continuar con esta bella tradición familiar, pero entre los deportes, tareas e incluso las clases de religión de mis hijos, se me hizo muy difícil. Es por eso, que las cenas familiares de los domingos, las trasladamos a los viernes en la noche. A pesar del desafío que eso ha significado, mis hijos al igual que yo, guardan muy buenos recuerdos de esos momentos; incluso, tomando en cuenta que los adolescentes prefieren reunirse un viernes por la noche con sus amigos, en vez de con sus familiares.
Hoy en día reunirnos a cenar todas las semanas no es posible, ya que mis hijos al hacerse adultos, se mudaron a diferentes estados. Pero a pesar de eso, cuando estamos juntos, tratamos de reunir a la familia y amigos, para regocijarnos de una agradable cena y de una maravillosa tertulia, siempre alrededor de la mesa. Pienso que Jesús reunió a sus seguidores alrededor de la mesa, para mostrarnos que cada día de nuestras vidas es motivo para agradecer y celebrar. El nos enseñó que el regalo más precioso que podemos darnos, es dedicarnos tiempo los unos a los otros. Comer todos juntos, nos recuerda el amor y camaradería que son compartidos en la familia. Para nosotros, estar “reunidos alrededor de la mesa” es una bendición y un regalo maravilloso.
Deb Egan grew up in a Catholic family. Throughout her adult life, she has participated as a church volunteer in many capacities, including teaching Religious Education, being a Eucharistic Minister and Lector, Ministering to the elderly and homebound, and Facilitating Small Faith Groups. She has been trained by Evangelical Catholic and became a member of the Build the Faith Team in April of 2017.