La Cruz en mi bolsillo

Paula Gómez Victorica was born in Buenos Aires, Argentina. She was a contemplative nun of the Order of St. Benedict for 20 years. She has lived in Massachusetts since 2001. Paula is a Certified Spiritual Director. She is now studying for a Post-Master’s Certificate in Ignatian Spirituality at the Clough School of Theology and Ministry at Boston College. She currently teaches Biblical Spirituality in asynchronous online courses at the same School. She serves as Director of the Faith Formation Program at St. Ignatius Parish, Chestnut Hill, MA, and also coordinates the Hispanic Community.
Hace un mes participé del retiro anual para mujeres que organiza Build the Faith. Al finalizar la mañana de retiro, nos regalaron una cruz y una oración: “La Cruz en mi bolsillo”. Es un recordatorio que soy cristiana no importa donde esté, que Jesús es mi Salvador, y que Él padeció tanto por mi eterna salvación. También al encontrarla en mi bolsillo me recuerda agradecer por las bendiciones que recibo cada día y que quiero ser mejor en todo lo que hago y digo.
Experimentar la Cruz en nuestra vida es un regalo de Dios, aunque a veces no entendemos o no lo podemos apreciar. La cruz es la victoria sobre la muerte, aunque también nos llena de incertidumbre, ya que la cruz significa sufrimiento.
Hay muchas cosas que hoy me turban y me dan miedo, sobre todo la incertidumbre de qué pasará mañana y cuando terminará el azote de esta pandemia. Siento que ya no tengo paciencia, que quiero que todo vuelva a la normalidad. Volveremos a la normalidad?
Para muchos hoy subir a la cruz será tener a los hijos en casa sin poder encontrarse con amigos o ir a su colegio, para otros el riesgo de contagiarse de una enfermedad que mata, de perder un trabajo o un negocio construído con esfuerzo a lo largo de la vida…. Me pregunto qué es lo que Dios quiere de mí? Qué quiere purificar en mí por medio de esta situación? Yo le pido a Dios que me ayude a ver más allá de mi debilidad y que me ayude en este momento de cruz para mí y para la humanidad. Sé que Jesús no me promete soluciones o que no terminarán los conflictos, pero me ofrece descansar sobre su corazón. En Mateo 11, 28 la Biblia nos dice: “aprendan de mí y tomen mi yugo… mi carga”. Si llevamos su carga, con mansedumbre y humildad de corazón encontraremos reposo. Qué lindo cuando sentimos su abrazo y podemos seguir adelante con paz interior!
Entonces sufrir no es tan ilógico ni ridículo. Para seguir a Jesús más de cerca nos toca subir hasta su Cruz. Cuando el Señor me visita con la Cruz, vuelvo a las palabras del Cardenal Pironio que decía: “No tengamos miedo. No pidamos la Cruz, pero tampoco la rechacemos. Pidamos al Señor que nos haga degustar la Cruz, y que nos dé capacidad para compartir la Cruz con los demás. Cuando los ayudamos a llevar la Cruz, recibimos indefectiblemente la consolación de Dios. La Cruz de Jesús es la Cruz de la redención y de la fecundidad. Cuando el Señor nos manda una Cruz somos fecundos para la Iglesia y el mundo!! La vida es una página en blanco en la que el Señor va dibujando la Cruz. Si la Cruz no se planta cada vez más silenciosa y hondamente en nuestro corazón, y si no compartimos el sufrimiento de nuestros hermanos, nuestra vida no es fecunda”.
No tengamos miedo de sufrir, vayamos a Galilea donde encontraremos al crucificado resucitado! En mis momentos de cruz he aprendido a exponer mi fragilidad ante el amor del Señor, para recibir su abrazo y experimentar mi propia resurrección. El fruto de la Cruz siempre ha sido poder entregarme a los demás como Eucaristía.
No puedo terminar este blog sin compartirles la oración que le rezo a la Virgen en mis momentos de cruz y de resurrección:
Ven a nuestro corazón cuando está sufriendo y silencioso, y cuando está lleno de alegría.Haz que tanto en la fiesta y como en la Cruz sepamos llevar a los que nos rodean tu presencia que transforma. Señora, que tú siempre estés allí, y que nosotros aprendamos a estar donde nos pide el Señor. Amén.