“No tengáis miedo”
Si hacemos una lectura de los cuatro evangelios, nos daremos cuenta de cómo continuamente se nos invita a no tener miedo: “no temas, Zacarías”; “no temas, María”; “no temáis, pastores”; “no temas, Pedro“; no temáis, rebaño pequeño”; “no os agobiéis pensando…”; “no tengáis miedo a los que pueden matar el cuerpo”; “no tengáis miedo, soy Yo”; “la paz con vosotros”; “no temáis, ustedes valen más que muchos pajarillos”.
Nos guste o no, el miedo forma parte de la vida humana. Desde niños hemos experimentado temores que a veces eran infundados y luego desaparecían. También en la madurez se nos presentan miedos ante situaciones duras –dolor, incomprensión, soledad, incertidumbre, muerte, …– que nos salen al paso y debemos afrontar y superar, contando con nuestro esfuerzo y la ayuda de Dios.
Pero un vedadero discípulo de Cristo no tiene por qué temer, ya que no está solo. Dios es un Padre amoroso, que, si se ocupa hasta de los más pequeños detalles en sus criaturas, con mucha mayor razón cuidará de sus hijos fieles. “La solución es amar”. El que tiene miedo, no sabe querer, y no ha conocido ni expermientado verdaderamente el amor de Dios. Sobre este punto, comentaba Benedicto XVI: “ el creyente no se asusta ante nada, porque sabe que está en las manos de Dios, sabe que el mal y lo irracional no tienen la última palabra, sino que el único Señor del mundo y de la vida es Cristo, el Verbo de Dios encarnado, que nos amó hasta sacrificarse a sí mismo, muriendo en la cruz por nuestra salvación. Cuanto más crecemos en esta intimidad con Dios, impregnada de amor, tanto más fácilmente vencemos cualquier forma de miedo”.
Sobrepasar nuestros temores al confiar en el amor de Dios se aplica a nuestro miedo de la muerte. Aunque es natural para nosotros temer lo desconocido, como Cristianos deberíamos ver a la muerte como un paso natural, una manera de retornar a casa, una victoria despúes de la batalla, y un descanso despúes de la lucha.
Si en verdad estuviéramos convencidos y confiados de Quién es el que nos espera al otro lado, no tendríamos que temer. Jesús nos lo hace ver en muchos pasajes: “voy a prepararles una morada”; “el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá;” “trabajad, no por la comida que perece, sino por la que da vida eterna”; “yo les doy vida eterna y no perecerán jamás”; el que come mi carne tiene vida eterna, y yo lo resucitaré”. Si Jesús nos lo ha dejado tan claro, ¿a qué tenemos miedo? Caminemos alegres y confiados, pero con la mirada puesta en el cielo. No tengas Miedo!
Mother María Elena Martínez is a nun, born in Mexico City, where she still resides today. She has had a consecrated life for more than 30 years. She is currently a member of a community called María Madre del Amor which is dedicated to evangelization through Emmaus retreats in parishes and prisons and Sicar retreats for young people.