DEJA A DIOS SER DIOS
Si bien es cierto que el Señor, Creador nuestro y de todo lo que existe, nos ha dotado con múltiples dones y capacidades para administrar esta Tierra en que vivimos, también es cierto que a menudo olvidamos que somos sus creaturas y que una creatura jamás será mayor que su Creador.
¿Alguna vez has visto una estrella fugaz? ¿Crees que tú podrías decidir cuándo pasa, a qué velocidad o a qué distancia de la Tierra?
El Hijo de Dios nació en un pesebre. Según tu criterio, ¿pensarías que es mejor un lugar más acogedor o digno para que el mismo Dios viniera al mundo? ¿crees que tú podrías cambiar esto?
A diario se nos presentan situaciones en las que pretendemos imponer nuestra opinión o nuestra forma de hacer las cosas sin siquiera pensar por un momento cuál es el plan de Dios. Nos cuesta acatar su Voluntad y fácilmente creemos que tenemos mejores ideas que el mismo Dios. Nos atrevemos incluso a decirle qué debe hacer por nosotros y, aún peor, cómo debe hacerlo.
Acostumbrarse a tomar decisiones sin orar previamente pidiendo al Señor luces, o incluso a emprender caminos muy importantes con una planeación que, aunque aparentemente esté muy estructurada y profunda, no incluya el querer de Dios, muy probablemente terminará alejándonos de la felicidad y de la paz que produce andar en Su camino.
Ni hablar de las personas que, como fui yo hace unos años, piensan que tienen el control de todas las situaciones y pueden manejarlo todo a su forma y desde sus pocos o muchos conocimientos: yo planeo, yo organizo, yo proyecto, yo ejecuto… tanto hago YO que me quedo sin la posibilidad de contemplar las maravillas que puede hacer Dios en el alma de quien se dispone y lo deja SER y HACER en su vida.
Dios sabe cómo, por qué y para qué hace lo que hace. Lo que debemos hacer es ser humildes y disponernos para aceptar y vivir en su Voluntad, teniendo en cuenta que, por ser Dios, tiene siempre la razón y que sus planes y caminos no son los mismos nuestros, puesto que nuestra mirada es limitada, mientras que El lo ve y lo sabe todo. Esto sí nos asegura que lo que venga será para nuestro bien. ¿Cómo podría ser diferente si nuestro Padre siempre quiere el bien para nosotros sus hijos?
Un día mi director espiritual me vio tan afanada haciendo tantos planes que, llamando mi atención me preguntó “Cristina, ¿por qué no deja a Dios ser Dios?”
Ese día entendí que para hacerlo debo tener los sentidos bien abiertos y sensibles a las inspiraciones y mandatos de Dios y esto se logra con oración, suplicando al mismo Dios que me de prudencia, docilidad y disposición para dejarlo hacer Su Voluntad en mí y a través mío.
¿Es fácil? No es tan fácil para quien, como yo, estaba acostumbrada a HACER y HACER y no esperar, orar, y esperar otra vez para ir entendiendo y aceptando el plan de Dios en mi vida, pero ha sido el mejor consejo que he recibido porque desde entonces, mi Señor no ha dejado de asombrarme con todo y en todo. ¡Qué alegría siente mi corazón cada vez que dejo a Dios ser Dios en mi vida, yo poniendo mi casi nada y Él, tan Amoroso, tan Dulce, tan Providente y tan Justo, poniendo Su Casi todo!
Dios nos quiere sanos, limpios y salvos, pues entonces ¡dejémonos sanar, limpiar y salvar; y acatemos Su Divina Voluntad en nuestras vidas!
MariaCristina was born in Santa Marta, Colombia on the day of Our Lady of the Miraculous Medal. Because of this gift from Heaven, she took a deep love for the Blessed Virgin Mary and, together with her husband and children, she has consecrated her life to Mary. She knows that Our Lady is truly her mom who helps her in all aspects of her life.
At the age of 32, Maria Cristina was diagnosed with breast cancer and began to live a stage in her life full of physical suffering, but also a life filled with grace and blessings. It was then, in those moments of loneliness and isolation, that she was able to experience God’s Love and hear His Voice deep within her heart. Fortunately, the miracle of healing occurred and since then Maria Cristina has dedicated herself to serving the Lord. She knows that nothing comes from herself, but that everything is the product of Divine Grace.