Conviértete primeramente en un hijo
El Papa proclamó un “Año de San José”, una celebración dedicada al padre adoptivo de Jesús. Cuando escuché acerca de esta celebración, pensé inmediatamente que era realmente un regalo de la Providencia de Dios. Como sacerdote estoy a diario en contacto con familias y jóvenes, y claramente me doy cuenta que en nuestra sociedad no existe ninguna figura que sea mas atacada y tentada por el diablo, que la figura del padre. Es, por eso, que es importante dedicar algunos momentos contemplando al gigante de la fe San José, ícono de la paternidad.
Pocas semanas atrás, estaba hablando con un hombre que pasaba por momentos muy difíciles debido a los sufrimientos y luchas de su hijo adolescente. A medida que hablábamos, 2 situaciones captaron mi atención. La primera, me di cuenta, que él no era realmente consciente del dolor tan profundo que su hijo estaba experimentando. La segunda situación que me golpeó fue cuando le propuse que se tomara un fin de semana solo con su hijo; él inmediatamente me contestó que no disponía de suficiente dinero, y lo poco que tenía ahorrado, estaba destinado a una emergencia. Lo miré sin entender y le pregunté, “No es esta situación una emergencia?!” A medida que continuábamos nuestra conversación, entendí que el problema no era la falta de dinero, sino que él sentía terror de estar solo con su hijo porque no sabía como hablar con él. No saber que decirle a tu hijo…que sufrimiento!
Algunas veces, yo mismo como sacerdote, me paralizo frente a los sufrimientos que las personas me confían. Creo que la raíz del problema es la siguiente: ningún hombre puede ser un padre sino es un hijo primero. Mientras el hombre continuaba hablándome acerca de su vida personal, de repente me di cuenta que el problema era que él nunca había sido un hijo. Nunca desarrolló con sus padres una relación auténtica, porque ellos siempre estaban trabajando; pero lo más importante, es que a él nunca (y este es el legado que nos dejó San José), le enseñaron a “pedirle ayuda” a Dios como un hijo le pide ayuda a su padre.
Antes de convertirse en un padre, José se convirtió en un hijo. San José se convirtió en un hijo, el momento en que se enfrentó a un hecho absurdo e humillante. María estaba embarazada y él no era el padre. Para José que estaba a punto de casarse con María, esto fue una tragedia. En ese momento, José no “escuchó” a sus sentimientos o a sus razones. En lugar de eso, él “pidió ayuda” a Dios, permaneciendo en silencio y esperando que Dios le hablara. San José entró en esta tragedia sabiendo que allí en su dolor, Su Padre Celestial le iba a hablar.
La espera es dolorosa y agotadora, pero es precisamente en ese momento de vulnerabilidad y debilidad, que escuchamos la voz de Dios. Para San José, las palabras vinieron mientras él dormía: “José, hijo de David, no temas recibir a María por esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo” (Mateo 1:20). El momento en el que San José “escucha” la voz de Dios, descubre que él es un hijo, porque tiene a un padre que lo escucha.
A pesar que San José no sabía lo que podría suceder, no huyó. El entró en lo “absurdo” de la situación y siguió a Dios. Su confianza y obediencia a Dios (su capacidad en ese momento de ser hijo), le permitieron lidiar con las ramificaciones del embarazo y hacer de lo “absurdo”el lugar para dar frutos. Del “sí” de José, como con todas las cruces, se generó una nueva vida; él se convirtió en el padre adoptivo de Jesús.
Entonces, cómo nos convertimos en padres? Cómo aprendemos a hablar con nuestros hijos? Pidiéndole ayuda a Dios en el medio de nuestras tragedias y escuchando su voz. Las palabras que nosotros escuchamos de Dios, son las palabras que le diremos a nuestros hijos.
San José, ruega por nosotros!
My name is Andrea Povero. I was born in a town called Ivrea, close to Turin, Italy.
I am almost 35 years old and I am the last one of 4 children.
When I decided to enter the seminary, I chose to enter into a “missionary seminary.” I went to a retreat close to Rome and there, together with 300 young men, I put my name into a basket. In another basket were the names of the all the missionary seminaries around the world. When my name was pulled from one basket, it was matched with the name “Boston” from the other basket.
I was sent to Boston in November 2007. I became a priest by the grace of God on May 19, 2018.
For the past three years I have been the Parochial Vicar of three parishes: St. Thomas Aquinas and Our Lady of Lourdes in Jamaica Plain and Saint Mary of the Angels in Roxbury.