Tienes un Virus Espiritual?
Hoy, en esta época de epidemia, todos estamos preocupados por mantener nuestro cuerpo físico seguro y saludable. Sin embargo, haz tenido tiempo de pensar lo que debes hacer para mantener tu fe y tu espíritu seguro y saludable?
Ayer, un amigo me llamó y me preguntó si pudiera rezar por él. Él me dijo, “ tengo un virus.” Inmediatamente me preocupé pensando en lo peor. Sí, suspiró: “ tengo un virus espiritual y necesito un respirador para restaurar la salud de mi espíritu”. Desconcertada le pregunté más. Él me confesó: “ Infecto a mis niños, mis empleados, mis amigos, mi esposa con el virus de mi ira, mi resentimiento, mi pesimismo, mi ausencia de fe y mis inconsistencias”.
Mientras pensé lo que este hombre me había confesado, me di cuenta que yo también, quizás, tengo el “virus.” Y me pregunté ,si estoy interactuando con otros en una forma que es saludable para mi alma. Parado en frente de un espejo, mi amigo diagnosticó la realidad que está viviendo; se vió de cerca y profundamente a él y no le gusto su reflejo. “Quien soy?”, se preguntó “y cómo debo estar interactuando con las personas alrededor mío?”. Quizás éstas son preguntas que todos nos deberíamos hacer. Cuando luchamos con los desafíos diarios de interactuar con otros fuera de nuestra norma, nos deberíamos echar un vistazo más de cerca en el espejo. ¿Quién somos de verdad y quién queremos ser para aquellos alrededor de nosotros?
Cuando no amamos nuestra reflejo en el espejo, no nos debemos desesperar. El Espíritu Santo está vivo en nosotros y nos va a guiar si le abrimos nuestro corazón y nuestra mente.
No podemos olvidar que Dios nos mira con los ojos de un Padre que nos quiere abrazar, quiere restaurarnos y anhela ponernos de pie otra vez. Pidamos a Dios por sus ojos para que podamos mirarnos de la forma que El nos mira. Recordemos que la misericordia de Dios abunda y solo debemos mirar dentro de nosotros para encontrarla, y poder compartirla con los que nos rodean.
La misericordia no es solo la experiencia del perdón recibido y dado, sino que bíblicamente, es estar atentos para ver, detenernos, hacernos cargo, responder a otros como un reflejo del amor de Dios. La salud del espíritu depende de este aspecto de la misericordia. Cuando Jesús se apareció en frente de sus discípulos y les dijo “La paz esté contigo”, le pidió a sus discípulos que extendieran el don del amor y la misericordia alrededor de todo el mundo. Les dió nueva vida a través del don del Espíritu Santo. ¡Nosotros tambien tenemos el Espíritu Santo! El Espíritu es el respirador de nuestras almas y nos da un nuevo aire de vida. Si en realidad vamos a vivir a través de la misericordia de Dios y la vida del Espíritu, necesitamos abrirnos a lo que Dios nos está ofreciendo. ¿Estás abierto a que el Espíritu Santo trabaje dentro de ti? ¿Oyes a los que viven en tu casa con una actitud acogedora? ¿Eres misionero de la misericordia y del amor de Dios? Como dice el Papa Francisco: “estamos llamados a ser misericordia, a brindar misericordia, a ofrecer misericordia”. Seamos misioneros de la misericordia de Dios.
Que María Santísima, nos regale un corazón misericordioso, para que podamos vaciarnos de todo lo que nos aleja de Dios. Que nuestros corazones se llenen del verdadero respirador de nuestras almas, de Aquél que combate todos nuestros virus presentes en nuestro interior. Que nuestros corazones, Señor, se llenen del amor pacífico y misericordioso de tu Espíritu. AMEN
Paula Gomez Victorica was born in Buenos Aires, Argentina. She was a contemplative nun of the Order of Saint Benedict for 20 years. Since 2001, she has lived in Natick, Massachusetts.
Paula is a Certified Spiritual Director. She currently teaches Biblical Spirituality in asynchronous courses online at Boston College. She is the Coordinator of the Hispanic Community at Saint Ignatius Parish, Chestnut Hill, MA. She is also a Eucharistic Minister and collaborates in the pastoral and enrichment commissions in two parishes of the Metrowest.