“Porque estuve preso y me visitaste”
El capítulo 25 de San Mateo enumera las obras de misericordia que Jesús pide realizar a todo aquel que quisiera seguirle, y la última de ellas es ésta: “porque estuve preso y me visitaste”. Y es que en realidad cuando uno se siente llamado a hacer algo por el prójimo, por lo general, en lo primero que se piensa es en dar de comer al hambriento, vestir al desnudo o atender a los enfermos. Pero casi nadie se siente atraído por visitar al encarcelado, quizás por temor, o por tener la idea de que, si estas personas están ahí, es porque así lo han merecido.
Llevo siete años visitando diversas cárceles en México junto con todo un equipo de valientes y generosas mujeres, llevándoles la experiencia del retiro católico de Emaús, creo que el sentir de todas nosotras es el de haber experimentado en cada uno de ellos una gran enseñanza de vida, y quedado con la sensación de haber recibido más de lo que pudimos haberles dado a ellas.
Una de las primeras cosas que nos han enseñado estos encuentros es a no dar por sentado todo lo que tenemos y a valorar y agradecer por todo, ya que en algunas de las cárceles ni siquiera tienen agua potable, comida digna o una cama para dormir. La Segunda enseñanza, que las mujeres que se encuentran recluidas son personas como nosotras, Desafortunadamente, muchas de estas mujeres han sido condicionadas por una infancia sin amor ni recursos, con heridas profundas de abandono. Estas mujeres han cometido un error, del cual una gran mayoría se arrepiente, sobre todo tras caminar en el retiro de Emaús, donde la misericordia y la gracia de Dios casi se pueden tocar. Lo tercero que aprendimos es que lamentablemente el sistema de justicia en nuestros países latinoamericanos es deplorable, con mucha gente inocente presa, con juicios que se prolongan por años, y abogados corruptos, que sólo buscan sacarle dinero a sus familiares.
Al compartir esos tres días de retiro con estas mujeres, uno puede palpar su tristeza, abandono, soledad y desesperanza. Tienen una gran necesidad de ser escuchadas y tratadas con dignidad; cada pequeño detalle tiene un gran valor para ellas; darles un simple abrazo a veces les cambia la vida. Por eso te invito, si estas leyendo este blog, a plantearte a hacer algo por los reclusos, la libertad es uno de los atributos más grandes que Dios ha regalado al ser humano, es algo inherente a nosotros, y, por ende, vivir sin libertad es una de las mayores desgracias. Si sientes el llamado a visitar a los presos, tienes que ir con un corazón abierto y humilde, sin juzgar ni sentirse mejor, sino más bien convencid0 que cualquiera podría estar un día en esa situación, si no fuera por la gracia de Dios.
Mother María Elena Martínez is a nun, born in Mexico City, where she still resides today. She has had a consecrated life for more than 30 years. She is currently a member of a community called María Madre del Amor which is dedicated to evangelization through Emmaus retreats in parishes and prisons and Sicar retreats for young people.