No existen las coincidencias

Deb Egan grew up in a Catholic family. Throughout her adult life, she has participated as a church volunteer in many capacities, including teaching Religious Education, being a Eucharistic Minister and Lector, Ministering to the elderly and homebound, and Facilitating Small Faith Groups. She has been trained by Evangelical Catholic and became a member of the Build the Faith Team in April of 2017.
Cuando Jesús subió al cielo, les dijo a sus discípulos: “Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos” (Mateo 28:20). El prometió enviar “Ayuda” (Juan 14:15) para cuidarnos en el transcurso de nuestras vidas. ¿Han pensado alguna vez en esto? ¿Dónde se encuentra esta “Ayuda” y cómo está trabajando en nuestras vidas?
No es difícil encontrar al Espíritu Santo, si de verdad lo estamos tratando de buscar. Existen diferentes maneras en las cuales Dios tiene todos los días un efecto positivo en nuestras vidas. Lo único que tenemos que hacer es buscarlo. San Pablo nos dice: “Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito” (Romanos 8:28). Incluso en aquellos momentos difíciles, y si nosotros se lo permitimos, Dios está allí para protegernos y guiarnos.
¿Cómo nos podemos dar cuenta que el Espíritu Santo está trabajando en nuestras vidas? En mi caso, la mejor manera que tengo para darme cuenta que Dios está en mi vida, es reflexionando en lo que me ha sucedido, y aceptar que las coincidencias no existen. Si analizamos acerca de cómo a la luz de las coincidencias suceden ciertos sucesos en nuestras vidas, nos vamos a dar cuenta que estamos frente a un patrón de acontecimientos.
Me agrada decir que estas coincidencias son más bien “Diosidencias”. Algunas veces experimentamos en nuestras vidas la presencia de Dios de una manera maravillosa, y otras veces la sentimos de una forma muy delicada, casi casi imperceptible. Tuve la gran fortuna de experimentar la presencia de Dios en mi vida de manera subliminal cuando mi madre estaba muriendo. Mi madre estaba sufriendo de una enfermedad neuromuscular terminal.Cuando se acercó el momento de irse a los brazos de Dios, mi padre no pudo seguir haciéndose cargo de ella; tuvimos que tomar la decisión de trasladarla a un asilo de ancianos. ¡El lugar era maravilloso! Ellos colocaron en su cuarto una silla reclinable para que yo pudiera pasar las noches a su lado. En ese momento, mi madre había pasado un año y medio de su vida sin poder hablar, y no era capaz de mover ninguna parte de su cuerpo a excepción de las pestañas y dos dedos de su mano derecha. Mi madre no era capaz de comer o de regular su temperatura corporal, y sus órganos ya estaban dejando de funcionar. Cuando yo le sostenía su mano derecha, ella movía su dedo y así me dejaba ver que estaba necesitando algo. Siempre me daba cuenta cuando ella a través de sus dedos me decía que quería algo. Estoy segura que el Espíritu Santo me estaba guiando para que pudiera ayudar a mi madre a sentirse tranquila durante este proceso. No tengo ningún tipo de conocimientos médicos, y con esto quiero decir, que no existía manera para que yo me diera cuenta de lo que ella quería o lo que le sucedía. El sentir la presencia de Dios, nos ayudó a las dos a sentir este proceso más fácil y lleno de mucha paz.
A pesar de haber sentido con mucha fuerza la presencia de Dios mientras mi madre estaba falleciendo; también he sentido la presencia del Espíritu Santo. Por ejemplo, San Antonio es considerado el santo patrón de los objetos perdidos. Cada vez que pierdo algo, y me doy por vencida en la búsqueda, le rezo a San Antonio para que me ayude a encontrarlo. No es coincidencia, que después de pedirle ayuda a San Antonio, encuentro lo que se me ha extraviado. En otro momento de mi vida me estaba dirigiendo a un destino desconocido para mí, y de repente me encontré perdida, a pesar de tener el sistema de navegación funcionando. Era una zona residencial con calles muy desoladas. En ese momento le pedí al Espíritu Santo que por favor me ayudara a llegar a mi destino. Poco después de mis súplicas, apareció un transeúnte preguntándome si necesitaba ayuda, y me dio las indicaciones para salir de ese lugar. ¡Eso no fue una coincidencia!
Si no se han dado cuenta de cómo el Espíritu Santo trabaja en sus vidas, es tiempo de que empiecen a reflexionar en esas “pequeñas” cosas que hacen que sus vidas sean más fáciles. ¡Quién sabe, de pronto empezaran a sentir la presencia de Dios en sus vidas!