Necesitamos lo mismo que Nicodemo
En el capítulo 3 del Evangelio de Juan, encontramos a Nicodemo, un hombre religioso que estaba muy interesado en las cosas de Dios. Nicodemo se acerca a Jesús, lo reconoce como maestro y busca instrucción. Sin embargo, más que un nuevo aprendizaje, creo que Nicodemo buscaba un cambio en sí mismo y, por lo tanto, una nueva vida. Aunque era un judío con experiencia y sabiduría, reconoció su necesidad y por eso acudió al maestro.
Quisiera que, en este momento, tú que lees estas líneas, puedas sentirte identificado con Nicodemo, como yo lo estoy. Ante la respuesta de Jesús diciendo “en verdad te digo que nadie puede ver el reino de Dios si no nace de nuevo desde arriba”, sabemos que no es posible que el cuerpo (la carne) nazca de nuevo, pero en cuanto al espíritu, sí que lo es y es en esto en lo que debemos centrarnos.
¿Cómo puedo nacer de nuevo? ¿Cómo mi espíritu, que actúa en lo más profundo de mi ser, y no es superficial, puede ser renovado? Podemos hacer muchísimos cambios externos, pero el verdadero ejercicio consiste en disponernos para un renacimiento desde adentro. Siendo así, lo primero que nos ha propuesto el Señor es que con un corazón dispuesto, contrito, humillado y lleno de esperanza, clamemos el Espíritu Santo para que descienda y bajo su luz, y en oración unidos a María Santísima, a los ángeles y a los santos, revisemos con detenimiento todo lo que hemos hecho en la vida, cuidándonos de no hacerlo de manera superficial, sino, por el contrario, ir a las profundidades de nuestro ser y a medida que entramos, ir descubriendo y sacando todo lo que no le pertenezca a Dios.
Probablemente encontremos confesiones incompletas del pasado, pecados omitidos por vergüenza o por olvido, rencores, soberbia, orgullo, prepotencia, sentimientos de culpa, desamor, injusticias, mentiras, miedos, odios, apegos a bienes materiales, egoísmo, desesperanza, etc. Con estos obstáculos no podremos ser renovados, y sabemos que por nuestras propias fuerzas no lograremos limpiarnos de todo esto, por eso es tan necesario orar y suplicarle a Dios que sea su Espíritu quien nos dé las gracias necesarias para lograrlo. Esto es fundamental tenerlo en cuenta, pues si lo intentamos solos, nuestras fuerzas fallarán y nos cansaremos hasta desistir. Quien nos limpia, nos libera y nos sana es el Señor, es Dios quien todo lo puede, lo santifica y lo perfecciona.
El mejor modelo para nosotros es María Santísima, porque ella es maestra en permitir que la palabra y la fuerza del Espíritu Santo obre con plenitud. María hizo un vacío en ella para poderse llenar de Dios. Nunca se apegó a nada. Y nosotros, ¿a qué estamos apegados? ¿Tal vez al prestigio, a la capacidad económica o a patrones socio culturales que nos dan seguridad en este mundo?
Creo que lo que el Señor le pidió a Nicodemo fue desprenderse de todas sus seguridades, vaciarse a fondo. Dejar de hacer las cosas a su modo y por sus propios medios para dejar que Dios hiciera Su obra en él y a través de él. Hoy entiendo que no hay otra manera ni fórmula alguna, que nos permita nacer de nuevo, transformar nuestra vida desde el fondo para lograr vivir en la verdad como hijos de Dios.
Supliquemos a Dios que, por la fuerza del Espíritu Santo, nos sean mostrados todos nuestros errores con claridad, nos ayude a arrancarlos y a ir despojándonos hasta quedar vacíos para llenarnos de Dios. Reconozco que no será fácil encontrarnos con tanto pecado, pero el Señor nos dará la gracia y entonces se cumplirá en nosotros su palabra nacer de nuevo de lo Alto para que veamos el reino de Dios.
MariaCristina was born in Santa Marta, Colombia on the day of Our Lady of the Miraculous Medal. Because of this gift from Heaven, she took a deep love for the Blessed Virgin Mary and, together with her husband and children, she has consecrated her life to Mary. She knows that Our Lady is truly her mom who helps her in all aspects of her life.
At the age of 32, Maria Cristina was diagnosed with breast cancer and began to live a stage in her life full of physical suffering, but also a life filled with grace and blessings. It was then, in those moments of loneliness and isolation, that she was able to experience God’s Love and hear His Voice deep within her heart. Fortunately, the miracle of healing occurred and since then Maria Cristina has dedicated herself to serving the Lord. She knows that nothing comes from herself, but that everything is the product of Divine Grace.