Los hilos de Dios
Está la noche dominada por el silencio, y mi paz interior se funde con la tranquilidad circundante. He aprendido a apreciar las dádivas de la soledad: allí encuentro el espacio para la oración. Si la luz es la falta de las tinieblas, también nuestra paz interior es la ausencia de las distracciones de este mundo. La vida es prodigiosa en experiencias, y Dios nos dió el libre albedrío para elegir, si seguimos a Jesús, una vida con escasez de tinieblas y turbulencias, pero espléndida en luz y serenidad.
Que maravilloso es estar vivo en este planeta! Miles de generaciones han poblado la tierra, y aquí estoy, rodeado de seres queridos, suspirando, contemplando y orando. Es un misterioso y extraordinario privilegio! Miro las líneas en las palmas de mis manos, siento la vitalidad en mi cuerpo, la asertividad en mi voz, todo lo que me hace a la vez fuerte y frágil, realista y soñador, ambicioso y humilde, complejo y sencillo. Los contrastes de las estaciones, de la luna y el sol, están también plasmados en nuestra identidad humana, con cada talento que Dios nos da, para hacernos únicos, valiosos e irrepetibles. Es una gran bendición poder dar gracias por estar vivos, creando nuestros propios destinos, bajo la guía de los hilos invisibles que nos conectan a Dios, en este diminuto planeta, que se mueve como un velero extraviado en el vasto océano del universo.
Por qué, si sabemos que la muerte nos espera, seguimos siempre hacia adelante, sin pensar mucho en ello? Las bendiciones del Espíritu Santo son gracias divinas que nos inspiran y motivan para dar cada paso, y el combustible que energiza a nuestros espíritus para sentir compasión, construír castillos de sueños y convertirlos en realidades, derramar lágrimas de alegría, sentir la necesidad de aplaudir a otros, y ser caritativos. Cada quién es el productor, guionista y también actor de su propia película. En la ruta de la felicidad, a veces nos equivocamos y perdemos nuestro Norte, buscando la luz donde las tinieblas imperan, o persiguiendo la paz de Dios donde pulula el mundanal ruido. Sin fe, terminamos arruinando el guión de nuestra propia obra de vida.
En medio de esta pandemia inmisericorde, descubro que soy realmente rico. Mi riqueza no es lo material, sino mis seres queridos. Ellos ensanchan mi espíritu y me acercan a la luz, cuando se preocupan por mí, me sonríen, o me dan consejos. En sus ojos vislumbro el amor de Dios.
Sé que soy un ser incompleto, y sólo el Espíritu Santo me completa con su infinito amor y luz. Por eso siempre busco su poder, en cada amanecer, en cada sonrisa de mi esposa o mis hijos, en una remembranza, en las hojas otoñales que vuelan juguetonas por el aire, en cada mariposa colorida, en los luceros del cielo y las estrellas de mar, en un hermoso capullo, en un copo de nieve, o en una llovizna arrullante.
Las bendiciones son pedacitos de cielo que bajan como hilos desde Dios, para perpetuar ese brillo soñador en nuestros ojos. Son las palmaditas cariñosas de un padre a su niño, para impulsarlo a dar sus primeros pasos. Al buscar los hilos que vienen de Dios con mis actos, intercambio mi temor y angustia por fe y esperanza. Me convierto en un hombre realmente libre, sin cadenas físicas o espirituales, dispuesto a vivir mi vida siguiendo a Jesús y sus enseñanzas, repartiendo su mensaje de paz por todos los rincones de la tierra.
Fernando Dangond, MD, was born in Colombia, South America. He and his wife, Monica, live in Weston, MA, and have been blessed with two sons Daniel and David and a beautiful daughter, Christina (the inspiration behind Build the Faith) who left to be with the Lord 5 years ago.
Dr. Dangond, is a neurologist and scientist who works for a pharmaceutical company developing medicines to treat devastating neurological diseases.