La acedia: Un mal espiritual

Mother María Elena Martínez is a nun, born in Mexico City, where she still resides today. She has had a consecrated life for more than 30 years. She is currently a member of a community called María Madre del Amor which is dedicated to evangelization through Emmaus retreats in parishes and prisons and Sicar retreats for young people.
Acedia es una palabra de origen griego que significa tristeza, pereza, falta de interés por lo espiritual. En la Biblia traducida al griego, encontramos pasajes sobre este tema en el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Los padres del desierto definían la acedia como el demonio del medio día, ya que era el momento de más tedio, en el que el monje tenía la tentación de abandonar su celda, y, a la larga, su vida espiritual.
Todo aquél que emprende un camino de fe, tarde o temprano se sentirá atacado por este mal. Uno empieza a sentir la falta de consuelo o gozo en la oración. De hecho, Dios permite estos períodos de desolación para purificar nuestras intenciones y crecer espiritualmente. No obstante, si no se le combate, esta acedia puede convertirse en un pecado. Incluso se le considera uno de los pecados capitales, un pecado que pueda llevarnos a cometer otros pecados. Porque aquél que deja de buscar o interesarse por las cosas de Dios, acaba buscando su satisfacción y placer en otro lugar, llevándolo por un camino de auto-destrucción.
La acedia es más que nada un pecado contra la caridad hacia Dios: un pecado de indiferencia e ingratitud hacia aquél que nos creó y nos redimió, y que puede incluso llegar al odio hacia todo lo relacionado con Dios.
Sólo aquél que no conoce ni ama verdaderamente a Dios sucumbe ante esta tentación. Un ejemplo bíblico de este mal es el pasaje del Hijo Pródigo. Uno de los hijos, incapaz de ver el amor de su Padre decide dejarlo y buscar la felicidad en las cosas mundanas, hasta que, cansado de dar tumbos y equivocarse, decide regresar a casa. Por otro lado, el otro hijo, a pesar que siempre ha estado al lado del padre, nunca pudo conocer su amor infinito y su misericordia, y es por ello que siente celos hacia el hermano que ha regresado, cuando el padre lo recibe con tanto amor.
Hoy en día vivimos en una sociedad que está tan centrada en la persona misma, que es fácil caer en la acedia. La pandemia que estamos viviendo solo ha servido para exacerbar este problema. Por esto, hemos perdido muchas oportunidades para convivir en comunidad, celebrando la vida, y agradeciendo a Dios. Aún así, no tenemos porqué aceptar esto. A diario, personas alrededor del mundo están desarrollando nuevas formas de interactuar y nutrir la vida espiritual.
La única forma de derrotar a la acedia es a través de la oración, ayuno, lecturas espirituales y los sacramentos. La vida espiritual es una batalla diaria, y sólo quienes están dispuestos a pelearla obtendrán la Corona de la Victoria.