Banquete espiritual

Paula Gómez Victorica was born in Buenos Aires, Argentina. She was a contemplative nun of the Order of St. Benedict for 20 years. She has lived in Massachusetts since 2001. Paula is a Certified Spiritual Director. She is now studying for a Post-Master’s Certificate in Ignatian Spirituality at the Clough School of Theology and Ministry at Boston College. She currently teaches Biblical Spirituality in asynchronous online courses at the same School. She serves as Director of the Faith Formation Program at St. Ignatius Parish, Chestnut Hill, MA, and also coordinates the Hispanic Community.
¡2021 parece ser un gran año para hacer crecer nuestra devoción y fe!
Aunque estamos en la mitad de un año dedicado a la Eucaristía, para nuestra sorpresa en Noviembre el Papa Francisco anunció un año dedicado a san José! ¿No es un banquete para nuestras almas?
También en Mayo del año pasado, en la Fiesta de Corpus Christi, el Papa promulgaba un Año Eucarístico, que nos ayudaría a poner nuestro atención en la Eucaristía y en el regalo inmenso que es para nuestras vidas. Comentando las palabras de San Pablo a los Corintios “Cada vez que coman este pan y beban de este cáliz, anuncien la muerte del Señor, hasta que vuelva”, St. Juan Pablo II dijo en una homilía que quien participa en la Cena del Señor,
…se une al misterio de su muerte, es más, se convierte en su ‘heraldo’. Se da, por tanto, una íntima relación entre ‘celebrar la Eucaristía’ y anunciar a Cristo. Significa que al mismo tiempo nos convertimos en misioneros del misterio que celebramos; en cierto sentido, significa hacerlo contemporáneo a toda época, hasta cuando el Señor vuelva”.
Y agrega: “Desde el primer Pentecostés, este divino Sacramento llena nuestros días de confiada esperanza”.
En la Última Cena se nos reveló que el Dios que tenía el poder de vaciarse a sí mismo, descender a la tierra y hacerse humano (Fil 2,7), también tiene el poder de tomar la forma de pan y vino y convertirse en el alimento para la vida eterna. Aunque es alimento en la forma adecuada para comer, es el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesucristo. “La Eucaristía es ‘la fuente y la cumbre de la vida cristiana’. Porque en la bienaventurada Eucaristía está contenido todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua» (CCC 1324). La Eucaristía es nuestra participación en Cristo, es nuestra participación en su pasión y muerte, y es nuestra participación en la vida eterna, por lo que estar cerca de la Eucaristía es estar cerca de Jesucristo.
¿Es Jesús un amigo al que solo enviamos mensajes de texto o llamamos con el celular durante unos minutos, o es Jesús un amigo que queremos visitar y pasar tiempo con Él yendo a la Iglesia, a Misa, o a Adoración? ¿Simplemente bromeamos con Jesús? ¿O es Jesús el amigo con que realmente podemos desnudar nuestra alma?
Me gustaría compartir la forma en que recibo la Eucaristía, estoy segura de que ustedes tienen su propia devoción y oración para decir en este momento precioso. Primero preparo mi cuerpo caminando hacia el Sacerdote, lentamente, con mi mente descansando en mi corazón, que se ha preparado para recibir a Jesús desde el inicio de la Misa. Recuerdo la enseñanza de San Cirilo de Jerusalén, (313-386), que en sus Catequesis sobre la Eucaristía nos describe cómo se acercaban los cristianos a la comunión:
no te acerques a recibir el Cuerpo del Señor con las palmas de las manos extendidas ni con los dedos separados, sino haciendo de tu mano izquierda como un trono para tu derecha, donde se sentará el Rey. Recibe el Cuerpo de Cristo y responde ‘Amén’.
Con San Juan Vianney digo: “Señor, sé que no soy digna de recibirte, ¡pero te necesito!” Entonces Jesús se vuelve uno conmigo. El está en mí como en el Padre, en la unidad de la Santísima Trinidad. Cuanto más profundicemos en la unión con Dios a través de la Eucaristía, más unidos estaremos con El y, por ende, también con todos nuestros hermanos y hermanas.
Sobre San José recordemos que en Hebreo José significa, ‘Dios añadirá’. Dios siempre añade dimensiones insospechadas a la vida de los que cumplen su voluntad: que Dios agregue a nuestras vidas la vida de Nuestra Señora y la de Nuestro Señor Jesucristo hecho Eucaristía.