Esperanza para la próxima generación

Fr. Ed was ordained to the priesthood in May 2000 for the Archdiocese of Boston. He held three different parish assignments in the Archdiocese from 2000-2010 before his appointment to the Faculty of Saint John’s Seminary, where he was Dean of Men and Director of Pastoral Formation from 2010-2022. Fr. Ed is currently the Administrator of Sacred Heart Parish in Waltham, MA and Spiritual Director & Liaison for the Office for Homeschooling of the Archdiocese of Boston. He is the Spiritual Director for the World Apostolate of Fatima in the Archdiocese and a perpetually professed member of the Institute of Jesus the Priest of the Pauline Family.
Hace tres semanas viajé a Washington, D.C con más de 300 personas de Boston, para asistir a la Marcha Anual de la Vida, en compañía de trescientos jóvenes, donde cientos de miles de personas se reunieron como testigos de la santidad de la vida humana que comienza en el vientre materno. Esta marcha, bien organizada, pacífica y alegre que recorrió las calles de la capital de nuestro país fue para recordarnos a todos que todas las vidas humanas son muy importantes.
Fue una experiencia muy abrumadora, y a la vez alegre caminar entre este grupo de gente joven, la gran mayoría estudiantes de escuela primaria, secundaria y universitarios, mientras ellos demostraban públicamente su fe cristiana. Durante el tiempo que pasamos juntos, tuvieron muchas oportunidades para profundizar en su fe católica. Conversaciones tras conversaciones revelaron que muchos jóvenes están haciendo preguntas, buscando respuestas y a veces tienen dificultades, pero siempre están buscando más.
En su honestidad, compartieron que son una generación deseosa de amor, amor verdadero, amor del evangelio. Cada uno de ellos pudo compartir, en sus propias palabras que no siempre saben o creen que Dios el Padre los ama, que Jesucristo está vivo y presente en el mundo, y que hay un plan divino para sus vidas que los va a hacer feliz. Su sinceridad revela que cuando una relación personal con Jesús no es alimentada por los padres, sacerdotes o personas importantes en sus vidas, las influencias culturales negativas de duda y ansiedad comienzan a aparecer, y los jóvenes pierden la esperanza.
En solo tres días juntos, estos jóvenes conocieron el amor del Padre Celestial, y la posibilidad de conocer a Jesús y su plan para sus vidas. Recibieron una invitación para considerar la posibilidad de vivir sus vidas con propósito y gratitud. Recibieron inspiración para “no tener miedo” de vivir vidas puras y heroicas con mucha valentía y convicción. Estos encuentros llenos de esperanza con Dios se consiguieron a través de la simple celebración de la misa todos los días, con sermones relevantes para las circunstancias de sus vidas, tiempo para Adoración del Sagrado Sacramento y Confesión, hermosa alabanza y música que conmovió el corazón para reflexionar sobre cuanto el Señor realmente los ama, y las múltiples oportunidades para aprender más de la fe de los adultos que los acompañaron, incluyendo los que participaron en Life-Fest, un programa dinámico de tres horas creado por las Hermanas de la Vida, y promocionado por los Caballeros de Colón.
También hubo muchas oportunidades para desarrollar amistades fraternales a través de juegos interactivos y divertidos que les permitieron simplemente ser ellos mismos en formas realmente seguras. Por encima de todo, fue en los momentos que tuvieron para compartir, cuando los jóvenes fueron invitados a revelar a sus compañeros lo que el Señor había hecho por ellos en tan solo 72 horas compartiendo. Los adultos que los acompañaban escucharon como esos corazones jóvenes fueron tocados, convertidos, fortalecidos e inundados de esperanza en el futuro, y así se sintieron recompensados por los meses de planificación, por renunciar a tres días y pasar tiempo sin su familia.
Conocer a la pequeña Christina Dangond, la inspiración de Build The Faith, y su increíble fe católica, hizo que comenzáramos a mirar hacia adelante con esperanza; no todo está perdido para la próxima generación. La profunda confianza de Christina en Dios la ayudó no solo a vivir varios años más que lo que todos los doctores anticiparon, pero también ella se convirtió en una poderosa intercesora de sus propios compañeros que ahora están entrando en los años más desafiantes de la vida. Solo tenemos que recordar sus hermosas palabras, “Jesús, yo confío en ti” y seremos parte de una nueva generación de creyentes que cambiaran el mundo. Oremos juntos por nuestra juventud, acompañémoslos en su viaje para conocer al Señor, y alabemos a Dios porque él está Construyendo la Fe, una persona joven a la vez.
P.S. Si nunca has estado en la Marcha Anual por la Vida les recomiendo que lo consideren para el próximo año!