¡¿Tú quieres que Yo vaya a un retiro?!
Durante la mayor parte de mi vida adulta no había ido a un retiro. Asistí a uno que requería mi preparación para la Confirmación, y a otro por mi Matrimonio. En realidad, ambos me gustaron mucho. ¿Entonces por qué nunca fui a un retiro cuando se presentó la oportunidad? Bueno, por varias razones. La primera, no vi la necesidad de hacerlo. ¡La Segunda tengo que decirlo, no podía estar más equivocada sobre los retiros!
A pesar de mi aversión por los retiros, decidí asistir al retiro de Build the Faith en el 2017. Para ese momento, yo era voluntaria de Build the Faith y decidí ir para apoyar a mi amiga Mónica y su trabajo con Build the Faith. Hasta me dije a mi misma que lo estaba haciendo por ella. Resultó ser que era TODO por mí.
¿Como así? Bueno, para empezar, el retiro era el alimento que mi alma había estado necesitando por mucho tiempo, y yo ni siquiera lo sabía. Eso es lo que pasa con los retiros. Pensamos que no los necesitamos, pero en realidad si los necesitamos. Hay una frase muy conocida que dice: “Tu eres lo que comes”. ¿Si eso es cierto, Como estas alimentando tu alma? Antes de asistir al retiro de Build the Faith, nunca me hice esa pregunta. La verdad sin embargo es que tenemos que cuidar de nuestra alma de la misma manera que cuidamos el resto de nuestro cuerpo. Hacemos muchas cosas para mantener nuestro cuerpo y mente sanos. ¿Por qué entonces no nos tomamos el tiempo de cuidar nuestra alma?
Afortunadamente cuidar de nuestra alma no requiere cierto nivel de “santidad” o de “devoción”. En el 2017, aunque iba a la iglesia todos los Domingos, no me consideraba lo suficientemente “santa” para ir a un retiro. Lo que pasa en los retiros es que Dios y todo el mundo en el retiro te aceptan tal cual eres. Esta actitud de “ser más santa que una santa” se queda fuera del retiro, y todo el mundo es bienvenido. Cuando estamos en un retiro nos permitimos ser vulnerables y en ese proceso nuestra alma crece. A pesar de que lloré durante casi todo el retiro (y tengo que admitir que en algunos momentos fue vergonzoso), para el momento de irme me sentía rejuvenecida y feliz. Era un sentimiento que no había experimentado en mucho tiempo. Y eso es porque en el retiro me sentí querida, tanto por Dios como por todas las personas que asistieron al retiro (por cierto, casi todas eran desconocidas cuando el retiro comenzó).
No habría podido estar más contento de haber sacado tiempo de mi apretada agenda para ir a un retiro. Fue divertido conocer gente nueva, compartir mi fe y mis experiencias, y desconectarme del mundo. Hice nuevas amigas y me sentí más cercana a Dios, y en contacto conmigo y con mis necesidades. Para mí el retiro fue transformador. Me ayudó a darme cuenta de las muchas bendiciones que tengo en mi vida, y resultó ser exactamente lo que necesitaba para avanzar en mi vida.
Ahora voy a un retiro todos los años. Si tienes la oportunidad de ir a un retiro aprovéchala. ¡Te darás cuenta de cuánto vale la pena!
Deb Egan grew up in a Catholic family. Throughout her adult life, she has participated as a church volunteer in many capacities, including teaching Religious Education, being a Eucharistic Minister and Lector, Ministering to the elderly and homebound, and Facilitating Small Faith Groups. She has been trained by Evangelical Catholic and became a member of the Build the Faith Team in April of 2017.