No Existe Una Tarjeta de Resultados Eterna
“¿Pensáis que estos galileos eran mas pecadores que todos los demás galileos, porque sufrieron esto?” (Lucas 13:2)
Cuando era una niña, yo veía a Dios como un anciano que estaba en el cielo esperando que hiciera algo indebido. para después castigarme. Siento que me la pasaba haciendo mal las cosas, con mucha frecuencia. Recuerdo que siendo niña sentía una atracción especial por la canción Jesús Recuérdame, que entonaban en misa durante la Cuaresma. En esa época, estaba convencida que mi única oportunidad de llegar al cielo era comportándome como lo hizo el Buen Ladrón cuando estaba en la cruz justo a un lado de Jesús, para ser invitada a entrar directamente junto a El al Paraíso.
Desde aquellos días de mi infancia, he llegado a reconocer al Padre (Abba) amoroso, generoso y misericordioso que anhela amarnos como solo El puede hacerlo. Ahora sé que haga lo que haga, El nunca dejará de amarme. El regalo mas increíble de mi relación con Dios es que cada día descubro más acerca de El.
Recientemente recordé esas primeras creencias, cuando mi hija contrajo un virus estomacal. Al paso de las horas, y sintiéndose muy enferma, mi hija me preguntó: “Mamá, ¿he pecado?”; inmediatamente pensé que ella creía que estaba enferma por causa de un pecado. Luego recordé que días atrás, le había hablado acerca del ayuno antes de recibir la Eucaristía. ¡Ella no quería esperar hasta después de la misa, para tener su desayuno!
Este incidente me hizo pensar en la imagen del Padre que le estoy creando a mi hija. Cuando estaba escribiendo este blog, caí en cuenta que la misma cosa fue discutida con Jesús en un pasaje de la Biblia, Sus discípulos le preguntaron: “¿Quién pecó, este o sus padres, para que naciera ciego?” (Juan 9:2). Igual que los discípulos, nosotros tendemos a entregar en las manos de Jesús una especie de tarjeta de resultados eterna, como si su propósito fuera buscar nuestra derrota; por lo tanto, me tuve que preguntar: “Soy la responsable de la forma como mi hija esta percibiendo a Dios?” Por otro lado, si eso es así, ¿que podría hacer para que ella lo viera y sintiera de otra manera?”
Entonces decidí hacer frente a esta situación de la única manera que puedo hacerlo…hablando sólo con la Verdad. La Verdad es que Dios a pesar de lo que hagamos, nunca dejará de amarnos. Aunque nosotros los humanos pensemos que con la venganza podemos resolver todo, Dios nunca lo hará de esa manera. Jesús les dijo a sus discípulos: “Os digo que así habrá mas gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento” (Lucas 15:7). El amor y la misericordia de Dios son infalibles e inagotables. El lo único que quiere es mostrarnos lo profundo que es su amor. Es por ese mismo amor, que escogió darnos el regalo de la Reconciliación, para acercarnos a El cuando cometemos un error; y como lo hizo con el Hijo Pródigo, nos abraza con todo su amor mientras nos bendice. Si en algún momento tenemos dudas de su amor, observemos un crucifijo, y nuestras dudas desaparecerán de inmediato.
Abba, Padre, por favor no permitas que nunca dude de la magnitud de tu amor hacia mí; y permíteme mostrarle a todos los que conozco esa inquebrantable fe y confianza que tengo en ti; especialmente a mi pequeña niña, quien primero fue Tu pequeña niña.