Busca Primero a Dios
Tenía escasos 30 años cuando comencé a sentir una fuerte ansiedad sin ninguna razón evidente. Mi vida parecía perfecta y tenía todo lo que necesitaba para ser feliz: una relación de pareja que me llenaba, un trabajo retador, una familia que me apoyaba, y una salud envidiable. Sin embargo, me sentía inquieta, abrumada, y constantemente nerviosa. En mi necesidad de “funcionar” y por qué no decirlo, de sobrevivir, descubrí que el único lugar en donde me sentía en paz era una pequeña capilla en la parte de tras de una gran iglesia en mi ciudad de origen, Caracas, Venezuela. Intuitivamente desarrollé una rutina que seguí todos los días por varias semanas. Cada día después del trabajo pasaba por una floristería compraba flores; luego iba a la capilla, y simplemente me sentaba frente a nuestra Madre. Era suficiente para sentir la paz que no había logrado sentir durante esos días largos y difíciles. El dueño de la floristería llegó a pensar que estaba enamorada, y un día en tono de broma me preguntó “¿Quién es el afortunado?” La verdad es que estaba en lo cierto. Yo estaba enamorada de la paz que sentía en esa capilla, de la sensación de calma y seguridad que solo sentía en presencia de nuestra Madre. Ciertamente enamorada del único momento del día en el que mi mente no estaba llena de pensamientos catastróficos y oscuros.
Como a cualquiera de nosotros, a lo largo de mi vida me han tocado algunas crisis o momentos difíciles. La pérdida de seres queridos, múltiples tratamientos de fertilidad, retos profesionales, crisis de salud, y más recientemente ver a mis hijos mudarse a otras ciudades para completar sus estudios universitarios. Y en cada uno de estos momentos intuitivamente he seguido la misma rutina: me he refugiado en una capilla, en una iglesia, en algún lugar tranquilo donde se rezar y estar cerca de Dios y de nuestra Madre. Una y otra vez he buscado un lugar donde sentir la presencia y consuelo de Dios; donde visitar a mi mejor amigo, con la convicción que todo va a estar bien.
Desafortunadamente, me tomó años aprender a buscar primero a Dios. En una sociedad que valora la independencia, la autonomía y la resiliencia, Dios no fue siempre mi primera opción. Por muchos años traté de resolver sola mis dificultades, consulté “expertos”, investigué mejores prácticas, leí muchos libros y me torturé pensando en escenarios posibles, sin darme cuenta que Dios estaba listo para recibirme, para consolarme, apoyarme y quererme. Para asegurarme que todo estaría bien.
Y luego de muchos años y esfuerzo para cultivar y alimentar mi relación con Dios, buscarlo a El primero se me hace más natural, más intuitivo. He aprendido a buscar a Dios con humildad, siempre recordando que en las dificultades del pasado El me ha acompañado y apoyado. Y aunque muchas veces el resultado no haya sido el que yo había pensado, ¡Ha sido mejor!
Busca primero a Dios. El va a estar esperándote, listo para darte la paz y el apoyo que solo El pueden dar.
Maria Eugenia was born in Caracas, Venezuela, the oldest of four siblings. She lives in Bolton, Massachusetts with Alex, her husband of 22 years, and Rocky, their 2-year old French Bulldog. Alex and Maria Eugenia are parents to twin boys Carlos and Luis, 18, both college freshmen. Maria Eugenia was raised in a Catholic family, though her Catholic faith had not always been present in her life. Maria Eugenia was inspired by Christina’s journey and by the beautiful way in which her parents and close friends choose to maintain her legacy. Christina’s faith has reframed her perspective of life and has given her a newfound source of strength and purpose.