Aquellos Que Sufren en Silencio
Hoy en día nos encontramos con la realidad de las enfermedades mentales como la depresión, la cual es silenciosa y se convierte en algo que abarca por completo al individuo. Es una enfermedad que ataca lo más profundo del ser, quitando la esperanza de vivir, la capacidad de sonreír o de sentir algo más allá de tristeza. Es tan sigilosa y dañina que puede llegar a causar la muerte a mano de quien la padece.
Escuchamos tanto sobre la depresión, que a veces pensamos que no podría ser posible que se presentara en nuestro entorno cercano, y mucho menos en los niños y los jóvenes, aquellos que representan una promesa de vida y la esperanza de la sociedad. Sin embargo, nos encontramos con que ellos están sufriendo de estos vacíos inconmensurables, de tristezas que los ahogan y los hacen perder el rumbo y que, a veces, su vida se apaga de un momento para otro. Con estos casos tan dolorosos solo escuchamos frases como “¿Por qué lo hizo si era tan pequeño?” “¿Por qué lo hizo si era tan amado?” “¡Tenía toda una vida por delante!” “¿Dónde está Dios?”.
Sin embargo, no podemos quedarnos en las preguntas y cuestionamientos que amenazan acabar con nuestra esperanza. No podemos quedarnos en la oscuridad de la muerte, porque el miedo paraliza y nos aísla de la gracia del Padre. Jesucristo nos ha demostrado una y otra vez, que El venció la muerte con su sacrificio de amor en la cruz. Durante el tiempo de cuaresma contemplamos el misterio de la pasión y muerte del Señor. Es un misterio porque humanamente no podemos comprender cómo una persona inocente puede pasar por tantas humillaciones, dolores y sufrir de la pena de la muerte injustificada, pero tampoco podemos entender desde la razón cómo esta muerte trajo la salvación a través de la resurrección. Por lo tanto, solo lo podemos entender desde la fe. Es así como encontramos esperanza en que, aún en medio del dolor, se encuentra la presencia de Dios que nos redime y nos salva. Por lo tanto, no debemos quedarnos en este suceso físico que aconteció, sino que estamos llamados a contemplar el misterio de la cruz en la actualidad y en lo que nos rodea, especialmente en la crisis que se presenta en nuestra juventud.
Aunque estamos llamados a contemplar este misterio, Dios no quiere que lo hagamos solos. El todo lo puede, pero nos necesita para que pueda llegar de una manera real a los corazones de todos, especialmente al de esta generación azotada por esta enfermedad mortal. Por esto, oremos por nuestra juventud. Hagamos partícipe a Dios de nuestros hogares desde el principio del día hasta el final. Enseñemos a nuestros niños el poder que tiene el amor de Dios en sus vidas y eso será suficiente para que entiendan que es posible disfrutar la vida y tener, no solamente el deseo, sino la necesidad de vivir a pesar de las pruebas.
Yo, en lo personal, no soy madre, pero, a pesar de esto, he experimentado el amor incondicional de Dios como mi Padre. Por esto, puedo decirles que el amor de Dios es el único que nunca acaba o se extingue. Así que, si eres padre o madre, ama a tus hijos, pero ámalos principalmente desde el amor de Dios. Ahora más que nunca debemos escuchar, acompañar y acoger a nuestra juventud en su caminar. Debemos señalar a Jesucristo en todo lo que hagamos, porque solo El basta. La cruz nunca hubiese tenido sentido sin el amor de quien la cargó, la muerte nunca hubiese tenido sentido sin la resurrección.
Busquemos que este desierto de la cuaresma y Semana Santa sea para contemplar el dolor de aquellos que sufren en silencio, acompañándolos en esa cruz que pesa. Que el Señor nos de la gracia de acompañar a los niños que en el silencio de su corazón se sienten desamparados, y, principalmente, que nos dé la gracia de enseñarles que el amor de Dios es suficiente para sentirse digno de vivir hoy y siempre.
Sofía is a 23-year-old Colombian who has been in the service of God and the Church in a formal way since she was 17 years old, doing spiritual retreats, youth groups and pastoral work in her parish. She is currently on the verge of receiving her title as a Social Communicator and seeks to put her profession at the service of the Church — specifically in the creation of audiovisual and advertising content. This work helps with the evangelization and propagation of those stories of the Church that need to be told so that the world knows the goodness of God’s love in the lives of believers. Sofía has also started her work as a missionary, going to places where the Lord calls her.