Ser Discípulo de Cristo
Fernando Dangond, MD, was born in Colombia, South America. He and his wife, Monica, live in Weston, MA, and have been blessed with two sons Daniel and David and a beautiful daughter, Christina (the inspiration behind Build the Faith) who left to be with the Lord 6 years ago.
Dr. Dangond, is a neurologist and scientist who works for a pharmaceutical company developing medicines to treat devastating neurological diseases.
“Después de esto, el Señor escogió también a otros setenta y dos, y los mandó de dos en dos delante de él, a todos los pueblos y lugares a donde tenía que ir” (Lucas 10: 1).
Cuando pienso en el gran privilegio experimentado por los discípulos de Jesús, al haber sido escogidos y encomendados por el mismo Dios para proclamar su palabra, siento una mezcla de fascinación, curiosidad y asombro. Me pregunto cuales serían las características en común de los discípulos, en cuanto a su personalidad, comportamientos, carácter, nivel de educación, conocimientos generales, capacidad de adoptar riesgos y liderar grupos, poder de convicción, e incluso su afabilidad y sentido del humor. Me imagino la certeza espiritual de un par de discípulos que se atreven a llegar como forasteros a un pueblo, haciéndose a la tarea de convencer a los habitantes que ha llegado el Mesías. Es admirable la tarea, y es una proeza lograr su cometido. Todo esto fue posible porque Jesús se aseguró de acompañarlos con la fuerza de su espíritu, de tal manera que los discípulos eran mensajeros de la luz sobrenatural de paz del Creador.
“Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14-16).
Que maravilloso es caminar sobre la faz de la tierra experimentado la luz de Dios internamente! Una paz que sobrepasa todo entendimiento humano, que todo lo desborda, irreprimible, que debe ser compartida con todos, como un caudal de amor brotando a borbotones!
Ultimamente me he sorprendido a mí mismo, con una oración en la que le pido a Jesús que me convierta en su discípulo. En esta oración le imploro que infunda en mí goticas de su espíritu, rayitos de su amor, para poder caminar por el mundo repartiendo esa luz maravillosa que todo lo transforma. Pero luego caigo en cuenta que todos los seres humanos ya hemos recibido la invitación de Jesús de ser sus mensajeros, con nuestros pensamientos, sentimientos, palabras y acciones. No tenemos que esperar ningún acto sobrenatural que nos energize para iniciar la tarea. Ya tenemos las herramientas para ser buenos cristianos, glorificando a Dios con nuestros actos de bondad con el prójimo, proclamando la resurrección de Jesús sin temor a ser ridiculizado por los no creyentes, y creyendo firmemente que al crecer nuestra fe, albergamos más estrechamente al espíritu de Dios en nuestro templo interior.
“…y ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gálatas 2: 20).
Al llevar a Jesús por dentro como un tesoro único, y exteriorizandolo con nuestros actos, nos convertimos en nobles discípulos del Señor, guerreros de las fuerzas del amor, la paz y la esperanza en un mundo violento y convulsionado, adalides de la equidad y la justicia, y heraldos del mensaje poderoso que Jesús es nuestro alfa y omega, nuestro principio y fin.
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14: 6)
Ahí está la respuesta a mis oraciones: sí sigo el camino trazado por Jesús con la fuerza creciente de mi fe, me convierto también en luz del mundo, en discípulo y mensajero, en benefactor y beneficiario. Con el espíritu de Jesús habitando en mí, recibo y reparto paz, sabiduría, vitalidad y amor, y glorifico a mi Padre del cielo.
Al caminar con Dios en el alma, el mundo se moldea alrededor de mis pasos, y la justicia divina llueve sobre mis huellas. Al forjar mi fe y amor incondicionales hacia el Creador y su creación, veo al mundo con los ojos de Cristo. Cualquier sufrimiento en el camino, espinas y zarzales que pise, serán aunadas al sufrimiento de Cristo en la cruz, para acompañarlo y comprenderlo aún más, fortaleciendo mi espíritu y entregándome al mundo sin experimentar temor.
En algunas ocasiones tropezaré, pero me levantaré una y otra vez con la mirada puesta en el poder del amor. Para un mensajero de Dios, habrá ángeles siempre dispuestos a ayudar. Te invito a creer en el poder de Jesús, a convertirte en su discípulo obediente, con tus pensamientos, palabras y actos. Imitando a Cristo, somos verdaderos cristianos. Jesús nos hace un llamado a todos, a ser sus discípulos. Estás dispuesto a serlo?