La Familia
Faltando tan solo unos días para la Navidad, mi mirada se dirige hacia la Sagrada Familia de Nazaret y hacia mi propia familia. Me doy cuenta de cuánto he recibido: Crecí entre abrazos y días que parecían eternos, donde las risas se mezclaban con las tareas cotidianas y las noches concluían con mi mamá rezando con nosotros un Padre Nuestro y un Ave María que, sin saberlo, esas oraciones tejían un puente entre Dios y mi familia.
Que fácil es acostumbrarse a lo extraordinario cuando se vuelve parte de la rutina. No fue sino hasta que mi hija Cristy recibió su diagnóstico (en ese tiempo de incertidumbre, dolor, silencio y, al mismo tiempo, esperanza de un milagro) que comprendí, como si me lo susurrara el mismo cielo, la magnitud de lo que Dios ya me había dado. Fue entonces, en medio de la prueba, cuando descubrí el amor incondicional que me sostenía: mi familia, esa roca silenciosa; mis amigos, que se convirtieron en un refugio seguro; y millones de personas alrededor del mundo, que nos abrazaron desde la distancia con oraciones y palabras que parecían rosas en un desierto. Ahí, en el dolor, vi a Dios más cerca que nunca, con un amor tan puro que hasta en la noche más oscura era posible vislumbrar su luz.
Pienso en Dios, en todo lo que ha hecho por mí. Un Padre, que me ha dado más de lo que alguna vez pude pedir, más de lo que he necesitado, y muchísimo más de lo que merezco. Y sin embargo, cuando decidió entrar en nuestra humanidad, lo hizo con una humildad que desarma: eligió la fragilidad de un pesebre, un rincón pobre, frío y silencioso, donde el amor era la única riqueza. “Y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre” (Lucas 2, 7).
Hoy, mientras la Navidad se acerca, quiero invitarnos a detenernos en medio de nuestra agitada vida. A mirar alrededor con nuevos ojos y descubrir, quizás por primera vez, lo afortunados que somos: una familia que nos abraza, amigos que nos acompañan y una comunidad que nos sostiene.
En estos días, más que regalos y mesas llenas, demos gracias con el alma y ofrezcamos amor sincero a quienes nos rodean. Que la gratitud nos devuelva a El, que nos espera siempre con los brazos abiertos, con una paciencia infinita y una misericordia que no se agota. Porque el regalo más grande ya nos lo entregaron: un niño en un pesebre, un Salvador en nuestro mundo, el amor mismo hecho carne.
Feliz Navidad “Jesús, en Ti Confío”
Monica Lacouture was born and raised in Colombia, South America. She came to the United States in 1995 where she and her husband married and were blessed with three children — Daniel, David and Christina (the inspiration behind Build the Faith).
Although Monica was raised a Catholic and attended parochial schools, she admits that throughout most of her adulthood she was a “lukewarm” Catholic. Her faith took an unexpected turn in late 2012 when she attended a retreat and experienced a personal encounter with Jesus. Little did she know, that three months later she would come to rely heavily on her newly strengthened faith as she dealt with her daughter, Christina’s, terminal cancer diagnosis and treatment. Throughout Christina’s battle with cancer, Monica’s faith grew and in 2016, inspired by Christina’s strong faith and trust in Jesus, Monica, and Fernando founded Build the Faith. As President of Build the Faith, Monica feels blessed to be able to continue her daughter’s legacy of faith and hope.