Escuchar y Confiar
La noche del 29 de enero de 2024, mientras conducía de regreso a casa desde Boston, sentí la necesidad de detenerme a cenar. Realmente no quería perder tiempo, pero no podía ignorar la sensación que debía parar. A pesar de mi cansancio y mi determinación de seguir adelante, cedí a mis sentimientos y salí de la autopista para comer algo rápido. ¡Esa decisión me salvó la vida!
Mientras estaba subiendo al auto con mi sándwich, experimenté una arritmia que hizo que mi corazón dejara de latir por veinte segundos, antes que el dispositivo cardíaco en mi pecho lo devolviera a su ritmo normal con una descarga. ¡La medicina moderna es increíble! Sin embargo, aún más asombroso es cómo Dios obra en nuestras vidas. En el momento en que mi corazón se detuvo, estaba sentada en mi auto… no conducia, no caminaba por el estacionamiento… ¡sentada! Sabía que Dios estaba conmigo. Podría haberme lastimado gravemente o incluso haber muerto. También podría haber puesto en peligro a otros, pero estaba sentada en mi auto.
A veces tenemos sentimientos o impulsos y, en el momento, no nos damos cuenta que provienen de Dios. Lamentablemente, con demasiada frecuencia ignoramos estas señales. Sin embargo, todos debemos reconocer que Dios nos habla a través de nuestro instinto. Santa Brígida de Suecia dijo una vez: “Dios nos habla todo el tiempo, pero la mayoría de las personas no saben cómo escuchar”. Afortunadamente, en ese momento de enero, yo escuché. Desde entonces, he estado esforzándome por escuchar mejor.
Escuchar es solo una parte, sin embargo. Para actuar según lo que escuchamos, debemos confiar. En ese momento en la autopista, no pensé que detenerme era lo mejor para mí. Ese es el punto: no siempre sabemos qué es lo mejor para nosotros porque no tenemos toda la información. Por eso debemos confiar. Cuanto más confiamos, mejor nos va.
Aun así, escuchar y confiar no es algo que suceda por sí solo. Requiere esfuerzo. Lleva tiempo, paciencia y persistencia. Estoy convencida de que esta es la razón por la cual Christina rezaba tan a menudo: “Jesús, en Ti confío”. Cuanto más practicamos escuchar y confiar en Dios, cuanto más trabajamos en ello, mejor lo hacemos y mejor será nuestra vida.
Deb Egan grew up in a Catholic family. Throughout her adult life, she has participated as a church volunteer in many capacities, including teaching Religious Education, being a Eucharistic Minister and Lector, Ministering to the elderly and homebound, and Facilitating Small Faith Groups. She has been trained by Evangelical Catholic and became a member of the Build the Faith Team in April of 2017.