Domingo de la Divina Misericordia “Jesús, En Ti Confío”
Mientras escribo este blog, nos encontramos viviendo la Semana Santa; y de una manera particular reflexiono acerca del crucifijo. Con frecuencia percibimos al crucifijo como símbolo de dolor y de muerte; pero como discípulos de Jesucristo, sabemos que el crucifijo es el altar de la esperanza, y a través de él se ha derramado sobre el mundo un amor incondicional y extraordinario. Este amor sólo tiene un nombre: Jesucristo.
Mientras Jesús fue traicionado y condenado injustamente a muerte, El pensó en nosotros. Mientras era flagelado hasta el extremo que sus tejidos se separaban de sus huesos y tenía una corona de espinas sobre su cabeza; El pensó en nosotros. Mientras cargaba una cruz de madera muy pesada, y era azotado, golpeado, escupido y se burlaban de él mientras se dirigía al Calvario, El pensó en nosotros. Y cuando resucitó de la muerte, El pensó en nosotros.
A veces este mundo puede parecer abrumador, especialmente con la cantidad de sufrimiento y dolor que viven muchas personas, especialmente aquellos jóvenes que con frecuencia están llenos de mucha confusión y desesperación. Tristemente, el mundo se ha alejado de Jesucristo y de su dolorosa cruz. Para obtener consuelo ante esos sufrimientos, no solo nos hemos alejado de la Cruz, sino también nos hemos alejado de aquel que la llevó a cuestas, que fue crucificado, sufrió y murió por amor a nosotros. Es una realidad muy triste, el hecho que muchas personas están convencidas que el sufrimiento humano puede ser evitado. Sin embargo, esta mentalidad ha originado mas sufrimiento, debido a que muchas de las pancartas alzadas no representan la vida de Cristo, sino que representan la confusión y los deseos mundanos. ¡Amigos míos, estamos equivocados! En nuestro intento de evitar el sufrimiento, hemos perdido nuestro camino.
Durante esta Pascua de Resurrección, y en especial hoy Domingo de la Divina Misericordia, clamemos a Aquel que sufrió y murió de amor por nosotros. ¡No olvidemos nunca que la sangre y el agua que fluyeron del costado de Jesucristo cuando exhaló su último aliento, son el amor y la misericordia que nos libera y nos conduce a una vida de felicidad eterna! Hoy, este mismo amor y misericordia continúan siendo derramados sobre nosotros, especialmente en la Sagrada Eucaristía, y en el Sacramento de la Penitencia, ¡donde Jesús hace nuevas todas las cosas!
Durante este Domingo de la Divina Misericordia, hagámonos una pregunta…¿nos estamos alejando de la cruz del sufrimiento o le estamos entregando nuestros sufrimientos a Jesús, permitiéndole que nos restaure y nos abra nuestro corazón…cuando él lo disponga? ¿Nos estamos alejando de Jesús para encontrar consuelo en este mundo sin pensar en el próximo? ¡O levantamos nuestras cruces con una esperanza que solo se puede encontrar en el poder de Cristo Resucitado…una esperanza que nos conduce a la salvación eterna!
Mientras reflexionamos acerca de los grandes regalos que son el crucifijo y el sufrimiento, muerte y resurrección de Jesús, encaminemos nuestros corazones y nuestras mentes hacia su amor incondicional y misericordia infinita. Haciendo esto, sin duda, seremos conducidos a una vida de esperanza en el Señor Resucitado, hermosamente ilustrado en su Divina Misericordia, ¡y absolutamente presente y viva en la Sagrada Eucaristía! No nos desesperemos por las pruebas que inevitablemente se nos van a presentar en nuestro camino. En cambio, pensemos en nuestra pequeña y querida Cristina, quien a lo largo de su corta vida nos enseñó muy bien el significado de abrazar la cruz y confiar en el profundo amor y misericordia de Jesús. ¡Es ese mismo amor y misericordia los que nos llaman a cada uno de nosotros por nuestro nombre y nos invitan personalmente a tener una vida de libertad, alegría y esperanza de felicidad eterna con Jesús en el cielo!
Hoy y todos los días, Jesús, en tí confío.
Colleen M. Donohoe was born and raised just North of Boston, the youngest of 7 children. She is the proud “Auntie” to 17 nieces and nephews and 5 great nieces and nephews who bring tremendous joy to her life! For the past 25 years, Colleen has served in a variety of roles in the Archdiocese of Boston, primarily as a Catholic Educator. After spending many years as a theology teacher and campus minister, she currently serves as the Associate Superintendent of Catholic Identity and Respect Life Educator for the Archdiocese of Boston Catholic Schools. It is a great honor and blessing for Colleen to continue little Christina Dangond’s legacy to “Build the Faith” wherever and however God calls.