Club de Lectura y las historias que contamos
Colm Is a Deacon in the Archdiocese of Boston and a prison Chaplain. He and his wife Julie have 4 adult children and 2 grandchildren. His Catholic faith has always been a central part of his family and work life and is a source of endless joy.
Desde que me nombraron el pasado Diciembre capellán de una prisión, tuve la idea de comenzar junto con los reclusos un club de lectura. Hemos tenido la oportunidad de leer y discutir libros como Los Miserables, El Hombre en Busca de Sentido, y en este momento estamos leyendo Siddhartha. Nos ha llamado la atención que los protagonistas de estos cuentos tienen algo en común: han sufrido profundamente en su viaje por la vida. La felicidad no es realmente el objetivo, y como sugiere Victor Frankl en el título de su libro, la felicidad no es el objetivo principal que buscamos en la vida. Lo que hace que valga la pena vivir la vida, no es tanto la búsqueda de la felicidad (incluso si la Declaración de Independencia de los Estados Unidos nos dice que lo es), sino más bien tener un propósito. Para nosotros que somos personas de fe, nuestro propósito es estar en unión con Dios. Nuestros actos de adoración ayudan a trascender nuestra humanidad, recordándonos que incluso en nuestros momentos más oscuros, habrá belleza…habrá amor. Nuestro sufrimiento nos puede conectar con otras personas que también están sufriendo, esto puede ser una gracia de Dios, la cual no somos capaces de entender. En esos momentos, también podemos experimentar un sentido maravilloso de pertenencia, que hace que valga la pena vivir la vida, sin importar lo difícil que sea o las perdidas que podemos sufrir.
Un factor muy importante para determinar si nuestras vidas tienen sentido o no, es la manera como compartimos nuestras propias historias. Contarlas, nos ayuda a encontrarle un sentido a nuestras vidas, y a través de este club de lectura, se nos ha hecho más fácil hacerlo. Elegimos la historia que contamos sobre nosotros mismos, y generalmente no son las circunstancias que estamos viviendo las que van a determinar nuestra historia, sino más bien es la manera en que la estamos narrando la que va moldeando nuestra vida. Un preso puede encarnar una historia que refleje abuso, egoísmo y crimen, o vivir una historia de cambio y redención. ¿Qué versión de la historia elegimos contar? Puede que no exista nada más importante para la calidad de nuestras vidas, que las historias que contamos y cómo elegimos decirlas.
Cada narrador necesita de un editor que le ayude a replantear la narrativa, porque a pesar de nuestros mejores esfuerzos, con frecuencia, cuando se trata de nuestras vidas, no somos los más honestos al momento de contar un episodio que hemos vivido. Podemos juzgar nuestras propias acciones con mucha dureza, o podemos culpar a los demás por las dificultades que hemos creado. Un club de lectura de libros católicos nos brinda una oportunidad para reflexionar sobre la verdad. La historia central de nuestra fe, la historia que da sentido a nuestra vida, es la historia de Jesús. A pesar de ser una historia llena de sufrimientos y pérdidas, en última instancia es una historia de esperanza, redención, nueva vida e incluso de felicidad.