Esperando Impacientemente
En mi lista personal de virtudes, tendrías que bajar la mirada bastante para encontrar la palabra “paciencia”. Al crecer, la expresión “cruzaremos ese puente cuando lleguemos a él” se usaba más a menudo que “ve a cepillarte los dientes” o “¿cuál es la palabra mágica?”. Desde joven, era evidente que mi deseo de adelantarme a la mejor parte siempre iba a eclipsar cualquier capacidad de saborear el proceso.
Por lo tanto, la temporada de Adviento siempre ha sido, y sigue siendo, una auténtica tortura. Ocupa el último lugar en mi lista de estaciones litúrgicas preferidas. Ninguna serie de cuatro velas, encendidas una a una semanalmente para traer luz a la oscuridad, puede frenar un corazón demasiado ansioso. Para aquellos de nosotros que luchamos con la paciencia, el Adviento puede sentirse como una prueba de santidad; y los que carecemos de estoicismo rara vez obtenemos resultados impresionantes.
La vela rosa es la más ofensiva. En este Domingo de Gaudete, la Iglesia enciende esa vela especial para recordarnos que debemos encontrar gozo en la espera. Esa vela se siente como colocar lo irrazonable encima de improbable. Por favor, no me malinterpreten, el gozo está siempre disponible, pero ¡encontrar gozo en la espera es otra cosa!
En la primera lectura de hoy, el profeta Sofonías exhorta a gritar, cantar y exaltar. El pasaje comienza con fuegos artificiales de alegría explosiva. No es hasta que los verbos en tiempo futuro comienzan a aparecer (“Él se regocijará en ti con alegría y te renovará con su amor. Gritará de júbilo por ti, como se canta en las fiestas”) que el lector comienza a comprender que Sofonías habla de algo que está por venir, algo que aún no se ha revelado por completo. Claramente, el gozo en la espera está en el corazón de su profecía.
Pero, ¿cómo? ¿Cómo encontramos gozo en un estado que, para algunos de nosotros, resulta tan incómodo? ¿Qué deberíamos hacer?
En el Evangelio de hoy, Juan el Bautista puede darles a los impacientes entre nosotros una pista sobre qué hacer con toda esta energía ansiosa. A las multitudes inquietas, que también preguntan “¿qué debemos hacer?”, el Precursor exhorta: “comparte tu capa”, “no cobres más de lo debido”, “sé honesto”, “estén satisfechos” y recuerden que “¡viene uno más poderoso!”
Juan el Bautista destaca que mientras esperamos, no necesitamos quedarnos de brazos cruzados. Mientras esperamos la llegada del Reino de Dios, no necesitamos esperar para construir el Reino de Dios. Una capa a la vez, una vela a la vez, la obra del Evangelio está en la incompletitud del presente. La imperfección de la impaciencia puede llamarnos a la acción. En la construcción, en la misma espera, podemos ver pequeñas chispas de luz que se asemejan a fuegos artificiales de gozo en medio de la incomodidad. Podríamos vislumbrar la plenitud vasta de nuestro Dios encarnado, amándonos con completo gozo, incluso en nuestra impaciencia.
Kelly Meraw is the Director of Liturgy, Music, and Pastoral Care for St. John – St. Paul Collaborative in Wellesley, Massachusetts. Kelly earned her Master’s Degree from McGill University, where during her undergraduate studies, she was received into the Catholic Church through the RCIA program at St. Patrick’s Basilica in Montreal, Canada. Kelly brings her deep love of scripture, liturgy, music, and devotion to Church teaching and tradition to her ministry.
In her parishes she leads bible studies; organizes faith sharing circles and social justice initiatives; leads communion, wake and committal services; offers adult faith enrichment programming; and shepherds bereavement ministries.
Currently she finds the undeniable movements of the Holy Spirit and great hope in the process of living as a deeply listening Church. After this first session of the Synod on Synodality she will continue to engage in the communal discernment process offering fulsome and inclusive ways to serve the Church’s current Synod.