“Quien se haga pequeño…” (Mateo. 18, 4)
Es costumbre en todos los monasterios de vida contemplativa, que cuando fallece una hermana, se haga una reseña escrita de su vida. En el caso de Santa Teresita, cuando ella murió – solo tenía 24 años- una hermana comentó que no sabía qué poder escribir sobre ella, ya que sólo había vivido 9 años en el monasterio y no había hecho nada extraordinario. Pero cuando la madre Inés, superiora del monasterio, recopiló todos sus escritos y cartas en un cuaderno que tituló “Historia de un alma”, esta obra se ha convertido en todo un programa de vida. Este “caminito”, como ella misma lo llama, constituyó una nueva forma de poner la santidad al alcance de todos.
Este camino de infancia espiritual consta de tres elementos esenciales:
1.- El abandono: “Basta reconocer su propia nada, y abandonarse como un niño en los brazos de su Padre”. Para ella, la confianza es el camino más seguro para conducirnos a Dios; confianza en la bondad del Padre, que sólo quiere que le amemos y nos dejemos amar por Él. Para ello, hay que dejar de mirarse a sí mismo, sino más bien tener siempre la mirada puesta en Dios, y vaciarse de sí, para que Él pueda entrar de lleno en nosotros. Jesús no pide grandes cosas, sino solamente gratitud y abandono.
2.- La humildad: “Lo que le agrada a Dios es que ame mi pequeñez y mi pobreza; es la esperanza ciega que tengo en su misericordia”. A ella, le parecía imposible que pudiera haber otra alma más débil y pobre que ella, pero esto, lejos de inquietarle, le producía una gran paz y confianza. Para Teresita, la santidad no consiste en hacer tal o cual obra, sino en una disponibilidad del corazón para hacerse pequeño y humilde. Cuando se cae, hay que levantarse de inmediato, pedir perdón y arrojarse en los brazos del Padre. Cierto que para esto es necesario humillarse, y a muchos eso no nos gusta, pero cuando se acepta con alegría la humillación de saberse débiles e imperfectos, Dios vuelve en seguida al alma y levanta.
3: – La fidelidad a los pequeños detalles. “Puesto que mi alma está entregada al Amor, todas mis acciones, aun las más pequeñas, llevan el sello divino.” Es preferible hacer algo aparentemente insignificante, pero con amor, que algo heroico con menos amor. Ella no quería desperdiciar ni un pequeño sacrificio, una palabra, una mirada, para hacerlo todo por amor.
En la actualidad, cuando lo común y sencillo ha perdido su valor, y sólo cuenta lo que hace ruido y llama la atención, conviene retomar el “caminito” de Santa Teresita para alcanzar la paz y la santidad: “Hacer cosas ordinarias, con un amor extraordinario”.
Todas las citas anteriores son de Santa Teresa de Lisieux.
Mother María Elena Martínez is a nun, born in Mexico City, where she still resides today. She has had a consecrated life for more than 30 years. She is currently a member of a community called María Madre del Amor which is dedicated to evangelization through Emmaus retreats in parishes and prisons and Sicar retreats for young people.