¿Por qué perdonar?
Deb Egan grew up in a Catholic family. Throughout her adult life, she has participated as a church volunteer in many capacities, including teaching Religious Education, being a Eucharistic Minister and Lector, Ministering to the elderly and homebound, and Facilitating Small Faith Groups. She has been trained by Evangelical Catholic and became a member of the Build the Faith Team in April of 2017.
Los psicólogos definen el perdón como “una decisión consciente y deliberada de liberar sentimientos de resentimiento o venganza hacia una persona que nos ha hecho daño, independientemente de si la persona realmente merece o no el perdón”. Si eres como yo, perdonar no es fácil, especialmente cuando el dolor es profundo. Sin embargo, el perdón es una necesidad, no solo para la persona que está siendo perdonada, sino también para la persona que perdona. Como nos dice Jesús, “Perdona y serás perdonado”. (Lucas 6:37)
¿Por qué el perdón es una necesidad? El perdón nos permite dejar ir la decepción, la ira y el resentimiento acumulados dentro de nosotros. Aferrarnos a estos sentimientos negativos puede hacernos mas difícil el volver a confiar en aquellos que nos hicieron daño, y por otro lado no poder disfrutar y vivir nuestro presente. Aunque el perdón no requiere olvidar o excusar el daño causado, sí requiere dejar de lado los sentimientos negativos que nos agobian.
El perdón también es una necesidad porque nos ayuda a liberarnos del pasado y seguir adelante. ¿Como nos puede ayudar? Lo hace desviando nuestro enfoque de lo sucedido, enfocándonos en lo que está delante de nosotros. Afortunadamente para nosotros, el perdón es un acto independiente y no requiere que quien nos hizo daño admita haber actuado mal o incluso pida perdón. Como señala Matthew Kelly de Dynamic Catholic: “Nuestra necesidad de perdonar es mucho mayor que la necesidad de la otra persona de ser perdonada”. Lograr que la otra persona se arrepienta y cambie su comportamiento no es el objetivo del perdón. El perdón se trata de enfocarnos en cambiar nuestra propia mentalidad para que podamos sentir paz y felicidad nuevamente… para que podamos sanar.
¿Por qué es tan difícil perdonar? Es difícil porque va en contra de nuestra naturaleza. No nos gusta que nos hagan daño y estamos hechos para protegernos. Nuestra primera reacción es levantar nuestro escudo invisible para mantener a los demás fuera y evitar daños mayores. Jesús no nos prometió que el perdón fuera fácil; Solo dijo que era necesario. Cuando necesito perdonar a alguien, a menudo pienso en el pasaje del Evangelio en Mateo 18:21-22 cuando Pedro le pregunta a Jesús: “Señor, si mi hermano peca contra mí, ¿cuántas veces debo perdonarlo? ¿Hasta siete veces? Respondió Jesús: Te digo, no siete veces, sino setenta veces siete”. ¡Por supuesto, Jesús no quiso decir setenta veces siete literalmente! Era su forma de hacernos saber que siempre debemos perdonar.
Afortunadamente, como me dijo mi antiguo pastor, “El perdón no es un evento; es un proceso.” Es como desollarse la rodilla… sangras un poco, te pones una curita y, con el tiempo, la rodilla se siente mejor y sana. La curación no ocurre de la noche a la mañana. Es lo mismo para el perdón; es algo en lo que trabajamos con el tiempo. Aunque muchas personas ven el perdón como una forma de debilidad, en realidad se necesita mucha fortaleza para perdonar a los demás. Cuando perdonamos a otros, no estamos, como dicen, “dejándolos libres” o dejándonos vulnerables; más bien, estamos tomando el control, aflojando el control que el dolor tiene sobre nosotros y aprendiendo cómo proceder con nuestras vidas a pesar de la ofensa. Después de todo, no podemos cambiar el pasado, pero podemos aprender de él. La forma en que reaccionamos ante lo que nos sucedió influirá en gran medida en nuestro futuro.
Aunque no podemos predecir lo que nos deparará el futuro, la buena noticia es que los investigadores han descubierto que incluso cuando la otra persona no merece o no quiere nuestro perdón, nuestra capacidad de perdonarla a menudo conduce a la comprensión y la empatía por nosotros y, a veces, hacia la persona que perdonamos. También puede conducir a la reconciliación en algún momento en el futuro. Independientemente de si ocurre o no la reconciliación, el perdón nos impulsa positivamente hacia el futuro… nuestro futuro… ¡y esa es la mejor noticia de todas!