La Importancia Suprema de La Iglesia
Sister Marta was born and raised in Managua, Nicaragua. Early in life she experienced an earthquake which claimed thousands of lives and destroyed her hometown. Later, political unrest, Communism, and persecution, especially of young people, caused her to migrate alone to the USA where she met new challenges. After a family tragedy and deeply affected by these adversities, Sister Marta began an inner search for answers to the mystery of life, suffering, truth, and the deepest yearnings of the human heart. She found the answer in Christ. By Divine Providence she met (and joined) the Secular Franciscans in Fresno, California, in 1994, and later, the Sister Disciples of the Divine Master where she discovered, with joy, an undeserved call to the consecrated life. Although a late vocation, she was admitted to the Congregation in 2000. Today, Sister Marta serves the Lord and His Church through her ministry at the Archdiocese of Boston.
Te daré las llaves del reino de los cielos (Mateo 16:19)
Cuando me enviaron a Roma en el 2010 a tomar un curso, me asignaron un apostolado en la Basílica de San Pedro. Todos los días cuando entraba a la Basílica me daba cuenta de un hermoso diseño con dos llaves impresas en el piso. Ver esas llaves en esta antigua Basílica me conmovía profundamente, y me recordaba lo real que es la promesa que Jesus le había hecho a Pedro hace más de 2000 años. ¡Mi corazón se llenaba de gozo!
Diez años más tarde mi corazón se llenó de gozo nuevamente cuando se construyó en Nicaragua, mi país natal, la capilla Católica Corazones de Jesus y María. Esto es muy significativo porque la capilla esta ubicada en una zona rural muy pobre, donde existen diferentes congregaciones protestantes. Estas congregaciones creen en la “Sola Scriptura” (solo La Biblia) como la única fuente de autoridad infalible. Esta creencia ha generado diversas interpretaciones de la Biblia, y del concepto de la Iglesia. Como consecuencia, algunos grupos alegan ser la verdadera iglesia de Cristo, mientras otras aseguran que La Iglesia no es importante. El evangelio de este Domingo desmiente sin duda o ambigüedad todas estas afirmaciones.
En Mateo 16:13 – 20, Jesus les pregunta a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? Los discípulos contestaron: “Elías, Juan Bautista o Jeremías”. Entonces Jesus pregunta: Pero ¿Quién dicen ustedes que soy yo? Pedro es el que responde correctamente: “Tu eres Cristo, el Hijo de Dios vivo”. Sin duda no fue la inteligencia de Pedro ni sus estudios teológicos la fuente de esta afirmación. Encontramos la respuesta en lo que Jesus le contesta: “bendito seas tu Pedro, hijo de Jonás, porque el cuerpo y la sangre no te han revelado esto, si no mas bien lo ha hecho mi Padre Celestial”. Inmediatamente después, Jesus pronuncia las palabras que a tantos cristianos les cuesta aceptar: “Y entonces yo te digo a ti, tu eres Pedro, y sobre esta roca yo construiré mi Iglesia, y las puertas del mundo de los muertos y las tinieblas no ganaran”.
Para clarificar que la piedra no es solo la confesión de fe de Pedro, si no su persona, Jesus agrega: “Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”. Claramente Cristo le estaba dando a Pedro y a sus sucesores un ministerio muy especial, con autoridad de muy alto nivel dentro de la Iglesia. Uno podría preguntarse por qué para una tarea tan suprema Dios escoge un ser humano débil y cobarde, que negaría a Jesus tres veces, y luego correría a esconderse, mientras a Jesus lo condenaban, crucificaban y enterraban. Encontramos la respuesta en la segunda lectura de esta semana:
¡Oh, la profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! (Romanos 11:33)
En otras palabras, no es por el conocimiento, poder o santidad perfecta de Pedro (o sus sucesores) que Jesus hace estas promesas. Es porque la Divina Providencia lo escogió así, y se va a asegurar de que la Verdad está protegida en la Iglesia. De hecho, en los primeros tiempos de la Cristiandad se asumía que la Iglesia de alguna manera estaba protegida de errores al momento de impartir doctrina que fija precedente para todos. En consecuencia, cuando la Iglesia Católica declaró los libros que tenían inspiración divina y nos dió La Biblia, la decisión fue aceptada por toda la Cristiandad.
Las llaves que yo vi en la Basílica de San Pedro son un símbolo poderoso de la primacía de Pedro en la Iglesia de Cristo, y de la certeza del origen divino de la Biblia; la Biblia a su vez declara que la Iglesia es el pilar y principio fundamental de la verdad (1Timoteo 3:15). ¡Indiscutiblemente, la Iglesia tiene una importancia suprema!
¡Oh, la profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! (Romanos 11:33)
Gracias en parte a la Fundación Build the Faith, la capilla en Nicaragua y el trabajo de evangelización que surge de ahí han hecho una diferencia enorme en la comunidad cercana de Diriamba. La aceptación de la Iglesia y la Biblia no es una preocupación solo en Nicaragua. Es un tema contemporáneo que enfrentan todos los cristianos. No podemos seguir y dar credibilidad a cualquier tipo de interpretación interesante o enseñanza diferente. No podemos construir la fe desde otra base diferente a la que ya construyó Cristo sobre Pedro y los apóstoles. (cf. Eph 2:20 and Rev 21:14). Nosotros como piedras vivas tenemos que trabajar junto con la Iglesia. Tenemos que caminar con la iglesia en los momentos buenos y en los momentos malos, con la certeza de que la verdad de Dios será preservada y revelada en aun más esplendor por estas dificultades (Ver (cf. Eph 2:20 and Rev 21:14). ¡No tengan miedo, estamos construidos sobre piedra! Las puertas del infierno no ganaran sobre nosotros. Sigamos diciendo como nuestra pequeña Christina:
Jesus, yo confío en ti! Yo confío en la promesa que hiciste a tu Iglesia.
(*) Hoy, ofrezcamos un rosario por el Santo Padre y por toda la Iglesia, en preparación para el próximo Sínodo