La Guerra esta en nuestros corazones 

My name is Andrea Povero. I was born in a town called Ivrea, close to Turin, Italy.
I am almost 35 years old and I am the last one of 4 children.
When I decided to enter the seminary, I chose to enter into a “missionary seminary.” I went to a retreat close to Rome and there, together with 300 young men, I put my name into a basket. In another basket were the names of the all the missionary seminaries around the world. When my name was pulled from one basket, it was matched with the name “Boston” from the other basket.
I was sent to Boston in November 2007. I became a priest by the grace of God on May 19, 2018.
For the past three years I have been the Parochial Vicar of three parishes: St. Thomas Aquinas and Our Lady of Lourdes in Jamaica Plain and Saint Mary of the Angels in Roxbury.
Todos estamos perturbados con las imágenes de los bombardeos a Ucrania. Todos estamos devastados, al saber que hoy al otro lado del océano existen padres que están perdiendo a sus hijos, e hijos que están viendo como matan a sus padres.
Soy italiano, y por lo tanto soy Europeo. Días atrás, mientras leía las noticias, me preguntaba: ¿cómo es posible que estemos viviendo una vez más esta situación? El siglo veinte ha sido uno de los siglos mas sangriento en la historia de Europa ¿No fue suficiente esto? ¿Donde encuentra la fuerza el hombre para volver a proponer el mismo teatro del odio?
Mientras reflexiono sobre esto, me encuentro escandalizado y tentado a juzgar, y a sentirme superior a aquellos que son los responsables del estallido de esta guerra. Detengo por un momento mis pensamientos y trato de meditar profundamente, y como siempre, se me presentan las Escrituras para mostrarme la verdad, e iluminar mi corazón; o para ser mas específico, para iluminar el corazón humano. Acerca del corazón, la palabra de Dios dice: “engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso. ¿Quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9). En el libro del Génesis, leemos: “porque la intención del corazón del hombre es mala desde su juventud” (Génesis 8:21). En el Nuevo Testamento, Jesús dice: “porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, los hurtos y los homicidios” (Marcos 7:21). La Revelación Divina, como podemos ver, “nos revela” algo que no podemos aceptar, pero que es absolutamente cierto: nuestra naturaleza esta herida; nuestro corazón esta naturalmente inclinado hacia el mal.
Para poder ver esta realidad, te propongo el ejemplo del volante del carro que no está alineado. El carro tenderá a dirigirse hacia un lado. Puedes tratar de “corregir” la dirección sosteniendo el volante con tus manos, pero tan pronto sueltes el volante, el carro volverá a dirigirse hacia un lado. Así es el corazón del hombre. San Pablo describe esta situación diciendo: “yo no entiendo mi propia conducta, quiero hacer lo que es correcto, pero no lo hago. En cambio, hago el mal que no quiero hacer”; y concluye diciendo: “yo no soy quien hace aquello; sino el pecado que mora en mí” (Romanos 7:17).
Podemos tratar de “corregir” el corazón humano utilizando los principios de coherencia, honestidad y respeto…también lo podemos hacer invitando a las personas “a ser buenos”, “a comportarse”, etc…pero casi siempre es inútil. Es como cuando sostenemos el volante del carro que no está alineado; al soltar el volante, el carro se volverá a dirigir hacia la dirección equivocada, la cual se ha convertido en su “dirección natural”. Ahora el volante del carro “de manera natural” dirige el carro hacia un lado, en vez de llevarlo en línea recta.
Esto es lo que pasa con nosotros, o por lo menos conmigo. Yo no quiero juzgar, sé que es malo, pero muchas veces lo hago. No me quiero quejar, sé que no esta bien hacerlo, pero sin embargo muchas veces me quejo. Quiero ser capaz de perdonar, sé que es lo correcto, pero con mucha frecuencia no soy capaz de poder perdonar. Me doy cuenta que muchas veces hago el mal de forma “natural”. Me pueden corregir todas las veces que sean necesarias, pero al final fallo con mucha frecuencia.
“Corregir” no es suficiente, necesitamos una alineación, una nueva naturaleza… simplemente, en una palabra, ¡lo que necesitamos es SALVACIÓN!
La guerra dentro de corazón, como la guerra en Ucrania; terminará sólo a través de la proclamación del Evangelio, “María, darás a luz a un niño” (Lucas1:26).
Si Dios me toca, una nueva naturaleza, un nuevo niño nacerá en mí: ¡una naturaleza capaz de amar a mi enemigo! ¡La naturaleza de Cristo habitará en mí y ya no habrá más guerras!