La fe como la de un niño
Fr. Ed was ordained to the priesthood in May 2000 for the Archdiocese of Boston. He held three different parish assignments in the Archdiocese from 2000-2010 before his appointment to the Faculty of Saint John’s Seminary, where he was Dean of Men and Director of Pastoral Formation from 2010-2022. Fr. Ed is currently the Administrator of Sacred Heart Parish in Waltham, MA and Spiritual Director & Liaison for the Office for Homeschooling of the Archdiocese of Boston. He is the Spiritual Director for the World Apostolate of Fatima in the Archdiocese and a perpetually professed member of the Institute of Jesus the Priest of the Pauline Family.
Envía Señor tu Espíritu, y renovarás la faz de la tierra (Sal 104: 30)
Era su cumpleaños, cumplía ocho años. Estaba muy emocionada esperando el día en que recibiría su Primera Comunión (pospuesta recientemente debido al COVID-19). Ella es la preferida de sus hermanos y hermanas mayores que la adoran. Con su presencia ilumina cada habitación en la que entra, cada campo de juego, pista de hockey sobre hielo o espacio en el que se encuentra, más sin embargo, ella no estaba tan concentrada en las cosas a su alrededor cuando le pregunté si tenía una pregunta. Simplemente contestó: “Bueno, sí, ¿cómo es el cielo?” ¡Se podía escuchar caer un alfiler! Por la expresión de su rostro, el tono de su voz y la intencionalidad de su pregunta, se notaba que realmente quería saber y estaba esperando una respuesta. Por dónde empiezas ¿Qué dices? ¿Cómo lo explicas? ¿Cómo describirle el cielo a alguien, y mucho menos a un niño? Pero Jesús nos dice: “’Dejen a esos niños y no les impidan que vengan a mí: el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos.” (Mt 19:14)
La respuesta que esta niña anhelaba escuchar (y me atrevo a decir que todos nosotros también) se revela plenamente en la celebración de Pentecostés. Sí, la efusión del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, Nuestra Señora y los otros discípulos reunidos en la casa donde Jesús les pidió que estuvieran después de su Ascensión para esperar la venida del Espíritu Santo consolador, es la seguridad del cielo, que nos promete que a donde Jesús fuese, nosotros lo seguiremos. Pero el cielo no es tanto un lugar como una plenitud de ser, no solo “por un día” sino más bien…”¡aquí y ahora!”
Esta pequeña niña de ocho años que no estaba interesada en el futuro, solo preguntaba: “¿Puedo ver a Jesús ahora?” “¿Puedo estar con Él en esta vida?” ¡La respuesta es “Si!” La razón por la cual Jesús dijo: “Dejen que los niños vengan a mí”, se encuentra en la pureza de corazón que los niños; como esta niña de ocho años y nuestra propia pequeña Christina Dangond reciben…un don sobrenatural de la fe en el Espíritu Santo.
Cuando muchos de nosotros nos volvemos escépticos con respecto a la fe, el cielo y el infierno, a Dios y al llamado a vivir como discípulos; los niños sienten una curiosidad natural y sincera por las “promesas” de Dios; porque, por mucho que amen a sus muñecas y juguetes, sus cintas para el cabello y bicicletas, su comida y helado favorito, los niños no ven obstáculos alguno al cansancio de las experiencias de la vida y a los pecados que con frecuencia nosotros, los adultos, proyectamos hacia Dios; por lo tanto los niños buscan naturalmente a Dios para encontrar ayuda a sus problemas y aliviar su dolor. Es como si los niños tuvieran una habilidad innata y extraña para “creer” que lo que Jesús prometió es verdad, que el Reino de Dios está cerca y que debemos tratar de seguirlo.
Pentecostés es el don del Espíritu Santo que vive dentro de nosotros, alrededor nuestro, y cumple en nosotros la obra del Padre celestial: ¡recreandonos en su Ser! Este también es el trabajo de Build the Faith; renovar nuestra fe “infantil,” que pasa menos tiempo preocupándose y más tiempo trabajando para difundirla; buscando oportunidades para que la fe pueda vivirse, especialmente entre los niños de las zonas más pobres del mundo, donde no existe una iglesia para recibir a Jesús en la Sagrada Comunión. Build the Faith no solo se encarga de trabajar por mantener la memoria de la pequeña Christina presente, sino también se dedica “junto a ella,”día a día,” en ayudar a otros a crecer en su fe.
Puedo imaginarme a nuestra pequeña Christina, realmente hablando con esta niña de ocho años, y con otros niños del mundo todos los días, animándolos en su fe y susurrándoles al oído con alegría y jugando: “¡Cree y siempre repite ¡JESÚS EN TI CONFÍO!
¡Qué todos los niños, y nosotros conservemos esa fe viva en el “día a día” y en la plenitud del Cielo para siempre con Jesús! ¡Pequeña Christina Dangond, ruega por nosotros!