El Eco del Llamado Divino
En nuestra vida diaria, llena del ruido de nuestras propias necesidades y deseos, a menudo recurrimos a Dios como un santuario, una fuente de fuerza para nuestras pruebas y tribulaciones. Nos dirigimos a El con oraciones fervientes, una letanía de nuestros deseos y necesidades, depositándolas a los pies de su compasión infinita y gracia sin límites, confiando en que El proveerá. Sin embargo, en este constante intercambio de peticiones y bendiciones, surge una pregunta apremiante: ¿Cómo respondemos cuando es Dios quien nos llama?
La esencia de nuestra relación con Dios no es solo transaccional; es un diálogo profundo, un intercambio íntimo entre el Padre y su hijo. La voz de Dios no siempre está en el trueno y el relámpago; más a menudo, es un suave susurro, una voz sutil en los momentos tranquilos de nuestras vidas, llamándonos a un propósito más alto, a amar más profundamente, servir más fielmente y caminar más de cerca con El.
En las escrituras, encontramos peticiones innumerables de Dios llamando a su pueblo. Samuel escuchó su nombre en la quietud de la noche; Moisés encontró a Dios en la zarza ardiente; María fue saludada por un ángel con un mensaje que cambiaría el curso de la historia. Estas historias no solo son relatos históricos; son invitaciones para que escuchemos más atentamente la voz de Dios en nuestras propias vidas.
Reflexionando en un momento reciente en el que las cosas no se desarrollaron como había esperado, me golpea una realización profunda. En el silencio que sigue a la decepción, entre los ecos de mi propio descontento, veo más claramente la distancia que hay entre mi voluntad y Su plan divino. Este momento de introspección arroja luz sobre el viaje continuo en el que estoy – un camino para aprender a renunciar a mi control, disolver las barreras rígidas de mis deseos y abrazar, con humildad y confianza, el fluir de Su voluntad, no la mía.
¿Pero por qué dudamos a menudo? Quizás es el miedo lo que nos detiene, o el ruido de nuestros deseos ahogando su suave llamado. Tal vez sea la comodidad de lo familiar, la duda a aventurarnos en lo desconocido. Sin embargo, cada momento de duda es una oportunidad desaprovechada para experimentar la plenitud de la vida que viene de alinear nuestra voluntad con lo divino.
La belleza de nuestra fe yace en la libertad que Dios nos da para responder a Su llamado. El invita, pero nunca impone; El llama, pero espera pacientemente nuestra respuesta. Responder al llamado de Dios requiere un corazón sintonizado con su presencia, un espíritu dispuesto a ser guiado. Puede significar salir de nuestras zonas de confort, abrazar la incertidumbre con fe o elegir el camino menos transitado porque se alinea con su voluntad. Se trata de estar atentos a las necesidades de quienes nos rodean, reconociendo que servir a los demás es a menudo la forma más profunda de servir a Dios mismo.
Claudia and her husband Juan have shared many wonderful years together in Houston. As their four amazing kids are almost all gone to college, the couple is finding joy in spending more time in Claudia’s hometown of Valledupar, Colombia, embracing the chance to be closer to their family.
A passionate entrepreneur, Claudia’s spirit shines through her flourishing online women’s accessories business. Though the past four years have brought with them the challenge of chronic pain, she has persevered, her faith unshaken. Through this journey, her relationship with God has blossomed, and she is filled with gratitude for the blessings in her life.
In the face of adversity, Claudia remains a beacon of hope and acceptance, understanding that His will guides her path. With unwavering optimism, she openly shares her testimony, inspiring others with the knowledge that, through faith and love, things can always get better.