¿Dónde está tu corazón?
Colleen M. Donohoe was born and raised just North of Boston, the youngest of 7 children. She is the proud “Auntie” to 17 nieces and nephews and 5 great nieces and nephews who bring tremendous joy to her life! For the past 25 years, Colleen has served in a variety of roles in the Archdiocese of Boston, primarily as a Catholic Educator. After spending many years as a theology teacher and campus minister, she currently serves as the Associate Superintendent of Catholic Identity and Respect Life Educator for the Archdiocese of Boston Catholic Schools. It is a great honor and blessing for Colleen to continue little Christina Dangond’s legacy to “Build the Faith” wherever and however God calls.
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (Hebreos 11:1)
Mientras oraba y reflexionaba acerca de lo que significa tener el don de la fe, mantenerla y edificarla; me sentí atraída por el Dios Vivo, Jesucristo, el mismo que encontramos en el Santísimo Sacramento. Nuestros corazones fueron hechos para Jesús: El Camino, La Verdad y La Vida. Sin embargo, se han olvidado de él, o simplemente lo recuerdan cuando les conviene. Es posible que para algunos resulte difícil mantener la fe con todo lo que está sucediendo a nuestro alrededor; divisiones, comportamientos ilógicos, violencia, el poco respeto a la vida humana… y la lista continua. Las personas con toda seguridad se están preguntando, “¿Dónde está Dios, y porqué no actúa?”
Cuando adopté la disciplina de ir a misa todos los días, rezar el Rosario y acompañar al Señor frente al Sagrado Sacramento, me di cuenta de su amorosa presencia en mi vida. ¡Puedo asegurarles, que Dios está aquí! ¡El está a nuestro lado todos los días, muy cerca! He pasado por momentos muy difíciles tanto en mi vida personal como profesional, y les puedo asegurar que, sin el don de la fe, y sin la gracia de Dios, nunca hubiera conocido el amor tan grande que Jesús siente por nosotros, su toque sanador y su poder de consolarnos.
Para poder ilustrar el gran amor y consuelo del Señor, les voy a compartir un encuentro verdaderamente extraordinario que me sucedió hace aproximadamente seis semanas atrás, cuando asistía a la misa el día de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. En el momento de la consagración, cuando el sacerdote elevó el cáliz sobre su cabeza (algo que yo he visto muchas veces), fue diferente…tan diferente, que las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos. Nunca he dudado de la verdadera presencia de Jesús (su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad presentes en la Sagrada Eucaristía), pero soy la primera en admitir que es muy difícil llegar a comprender el misterio de la Encarnación. Sin embargo, el 24 de Junio de 2022, me quedó absolutamente claro cuando levanté la mirada; y en lugar de ver el cáliz en las manos del sagrado sacerdote, ví el Sagrado Corazón de Jesús. Su hermoso y sagrado corazón, herido y sangrando por nosotros. Ahora bien, no pretendo ser una visionaria, pero ese día, el Señor me dió un regalo que consoló mi corazón, y me recordó que El está vivo, y presente; y que su hermoso, precioso y sagrado corazón late por nosotros.
Desde ese encuentro con nuestro Dios Vivo, ¡mi atención, devoción y respeto por el Santísimo Sacramento no ha hecho sino intensificarse y crecer cada día más!, así mismo como mi fe, esperanza y confianza en el Señor. No me malinterpreten, los desafíos en esta vida siempre van a estar presentes, pero cuando los enfrentamos de la mano de nuestro Dios Vivo y con la ayuda de nuestra Madre Bendita, somos capaces de verlos con otra perspectiva y a su vez recordar que este mundo y sus desafíos son algo temporal. Nuestro hogar eterno está en el cielo, y es hacía esa dirección donde debemos fijar nuestra mirada.
En el Evangelio de hoy, se les recuerda a los discípulos (nosotros) que sean fieles, prudentes, vigilantes, y a estar preparados, porque no se sabe el día ni la hora en que vendrá el Hijo del Hombre. Jesús también nos llama a mirar de manera profunda nuestros corazones, y a recordar, “Donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón”. (Mateo 6:21) Hoy, abracemos plenamente este don de la fe y hagamos que nuestros corazones encuentren la historia de amor más bella y grande que jamás conocerán, permitiéndoles que hagan un inventario interior, y preguntándonos: ¿Es capaz Jesús de capturar mi corazón totalmente y por encima de todo? ¿Está realmente mi tesoro dentro del corazón de Jesucristo? Si no es así, corran a buscar al Padre. ¡Ahora!