Del mal al bien: una peregrinación a Tierra Santa
My name is Andrea Povero. I was born in a town called Ivrea, close to Turin, Italy.
I am almost 35 years old and I am the last one of 4 children.
When I decided to enter the seminary, I chose to enter into a “missionary seminary.” I went to a retreat close to Rome and there, together with 300 young men, I put my name into a basket. In another basket were the names of the all the missionary seminaries around the world. When my name was pulled from one basket, it was matched with the name “Boston” from the other basket.
I was sent to Boston in November 2007. I became a priest by the grace of God on May 19, 2018.
For the past three years I have been the Parochial Vicar of three parishes: St. Thomas Aquinas and Our Lady of Lourdes in Jamaica Plain and Saint Mary of the Angels in Roxbury.
Hace dos años, en medio de la pandemia, leí un libro acerca de la vida de San Juan Pablo II, y me di cuenta que me conmovieron profundamente las siguientes palabras escritas por él:
“Soy el testimonio que la Divina Providencia durante la guerra caminó de la mano conmigo. Así fue como descubrí mi vocación sacerdotal. Exactamente en medio de la trágica experiencia de la guerra; encontré el camino para mi propia vida.” (Gatea, Saverio. Juan Pablo II. Historia de mi vida. Ediciones Paulinas. Marzo 1, 2011)
El 1 de septiembre de 1939, apenas empieza la Segunda Guerra Mundial, y Karol Wojtyla era un joven de apenas 19 años. Para él, los sufrimientos de la guerra; fueron la puerta de entrada hacía una vida santa. Esos sufrimientos fueron la herramienta que aprovechó la Divina Providencia, para llevar al joven polaco a descubrir, según sus propias palabras “el camino de su vida”. ¡Que contradicción! ¡Que hermoso misterio! ¡Una tragedia, como lo fue la guerra, terminó siendo el comienzo de una vida santa! “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo el Señor” (Isaías 55:8)
Esto me llevó a pensar, que el sufrimiento por el que tuvieron que pasar los jóvenes durante la pandemia, tenía que ser su camino hacia la santidad. Inmediatamente, junto con otros sacerdotes misioneros que están repartidos alrededor de los Estados Unidos; nos concentramos en organizar peregrinaciones dirigidas a los jóvenes; para ayudarlos a descubrir su vocación, su “camino”; con la ayuda de la Divina Providencia, la misma que llevo a Karol Wojtyla a descubrir su vocación.
El año pasado, nosotros los padres misioneros llevamos a cientos de jóvenes en una peregrinación a Gettysburg, Pennsylvania; mientras que este verano decidimos ir a la raíz de nuestra fe: La Tierra Santa. Inicialmente pensé que iba a hacer imposible, porque no teníamos los recursos económicos. Las familias de nuestros jóvenes son de bajos recursos; y no tenían como financiar los 10 días de esta peregrinación. Entonces, me vinieron a la mente aquellas palabras que un hombre sabio me dijo una vez: “Nunca tomes una decisión pensando en el dinero. Cuando tomes una decisión hazlo preguntándote si es la voluntad de Dios…porque si es así, no te preocupes, el dinero llegará. Palabras proféticas. Nos entregamos a las manos de Dios. Les dijimos a los jóvenes que Dios los ayudaría, y les mostraría el camino; ¡y eso fue lo que sucedió! Los jóvenes organizaron rifas, lavado de carros, conciertos en las calles, etc.. Fuimos sorprendidos por la generosidad de muchos benefactores, entre ellos Build the Faith. ¡Dios nos ayudó y pudimos llevar 10 días a la Tierra Santa a 500 jóvenes!
Durante esos 10 días sentimos la presencia de Cristo entre nosotros. Muchos de los jóvenes vinieron cargados con sus pecados y encontraron el perdón; ¡estaban cargados de sufrimientos y encontraron consuelo, se sentían atrapados en su propia rebeldía contra sus padres, y encontraron la reconciliación! Además, que muchos de ellos descubrieron al igual que Karl Wojtyla; que Dios los estaba llamando a la vida consagrada. ¿Cómo se esto? Bueno… atentos a la explicación. En el último día de nuestra peregrinación, nos reunimos en la montaña donde Jesús nos dió las Bienaventuranzas con los jóvenes de todos los Estados Unidos. Éramos más de 8000. ¡Increíble!
Después de la proclamación del Evangelio y una catequesis vocacional, les preguntamos quienes habían sentido el llamado del Señor a tener una vida consagrada. Sorprendentemente, aproximadamente 200 niños expresaron su deseo de entrar al seminario para convertirse en sacerdotes; ¡¡¡y 300 niñas expresaron su deseo de entrar al monasterio!!!
Así como misteriosamente el mal de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en un bien para Karol Wojtyla, así también; ¡tuvo que haber sido el mal de la pandemia para nuestra juventud!