Creciendo en Nuestra Esperanza: El Camino hacia Dios
El Concilio Vaticano II surgió como respuesta al hombre contemporáneo. Su mensaje de renovación pastoral y de transformación espiritual trazaba un horizonte de luces llenas de esperanza sobre el camino de la humanidad.
Yo me siento hija espiritual de sus enseñanzas que marcaron mi camino hacia Dios. Ese Dios fiel que nos invita a seguirlo siendo cotidianamente fieles y a esperar contra toda esperanza. Vivimos en un mundo sin Dios, un mundo que le cuesta creer y que no sabe esperar. El Concilio nos enseña que la misión de los cristianos es volver a poner a Dios en las tareas temporales, en medio de nuestro quehacer y nuestro obrar. El Concilio fue un momento en la historia de la Iglesia en el que Dios la transformó de manera especial.
El Papa Francisco nos invita a vivir el Año Santo de la Redención como peregrinos de la esperanza ya viva en el horizonte de la Iglesia Conciliar. El afirmó en su carta de febrero de 2022 anunciando el Año Jubilar de 2025:
“Debemos mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha sido dada, y hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras. El próximo Jubileo puede ayudar mucho a restablecer un clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente.”
¡Todo se relaciona! Veo en estas palabras la continuidad del Concilio y las enseñanzas de la Iglesia sobre la esperanza. Somos peregrinos, vamos buscando a Dios y la virtud de la esperanza nos alienta e impulsa a seguir andando, buscando y viviendo nuestra fe que busca y encuentra en el andar.
Para mí, es importante buscar los signos de esperanza que testimonien la presencia de Dios en el mundo y así mantener la llama de la esperanza encendida como nos pide el Papa. La esperanza, virtud teologal, nos orienta e indica la dirección y la finalidad de nuestra existencia. Estamos invitados a alegrarnos en ella, a que se quede en nosotros como un ancla, para que allí crezca la fe y el amor que con la esperanza queremos vivir y compartir con gozo y entusiasmo. Todo esto sucede porque creemos en un encuentro definitivo con el Señor de la gloria. Vivimos a la espera de su venida y en la esperanza de vivir para siempre en El. Con la muerte «la vida no termina, sino que se transforma»1 para siempre.
Al morir mi madre hace unos días esta dimensión de la eternidad se ha convertido en una fuerte invitación a hacer de la vida que dura para siempre la meta de mi peregrinación terrena. Sabemos que después de la muerte podremos gozar en plenitud el deseo terreno que despierta la esperanza: de conocer a Jesús más íntimamente porque la vida será eterna en su presencia; de amarlo más intensamente porque estaremos llenos de su amor, y de seguirlo más de cerca, porque lo habremos encontrado. Por fin nuestra felicidad será completa, porque habremos llegado a nuestra meta, a la realización plena de nuestra vocación. Después de la muerte existiré por siempre el Amor que no defrauda y del que nada ni nadie podrá separarme jamás.2
La esperanza, tiene un significado especial para mí en este Año Santo. Guiada por la Bula del Santo Padre, quise compartirlo con ustedes lectores y amigos, para que nos transporte más allá de las pruebas y del dolor de una pérdida. Que el don de la esperanza que todos pedimos, unos por otros, nos ayude a peregrinar por la vida sin perder de vista la grandeza de la meta a la que hemos sido llamados, el cielo.
_____________
1 Misal Romano, Prefacio de los Difuntos I.
2 Francisco, Spes Non Confundit: Bula de Convocación del Jubileo Ordinario del Año 2025, 9 de mayo de 2024, § 21.

Paula Gómez Victorica was born in Buenos Aires, Argentina. She was a contemplative nun of the Order of St. Benedict for 20 years. She has lived in Massachusetts since 2001. Paula is a Certified Spiritual Director. She is now studying for a Post-Master’s Certificate in Ignatian Spirituality at the Clough School of Theology and Ministry at Boston College. She currently teaches Biblical Spirituality in asynchronous online courses at the same School. She serves as Director of the Faith Formation Program at St. Ignatius Parish, Chestnut Hill, MA, and also coordinates the Hispanic Community.