Apreciemos lo ordinario
Deb Egan grew up in a Catholic family. Throughout her adult life, she has participated as a church volunteer in many capacities, including teaching Religious Education, being a Eucharistic Minister and Lector, Ministering to the elderly and homebound, and Facilitating Small Faith Groups. She has been trained by Evangelical Catholic and became a member of the Build the Faith Team in April of 2017.
Las vacaciones terminaron. Todos estamos tratando de volver a nuestra rutina. Muchos de nosotros estamos ocupados reflexionando sobre lo que queremos de nuestras vidas en 2023 y eligiendo nuestras resoluciones de Año Nuevo. Aunque tener metas para uno mismo es un esfuerzo digno, puede hacer que nos olvidemos de vivir en el aquí y el ahora. Puede hacer que nos concentremos en lo extraordinario y nos perdamos las cosas ordinarias de la vida que necesitamos experimentar. Como señala Matthew Kelly de Dynamic Catholic, “El mundo siempre está tratando de seducirnos con lo extraordinario. La cultura llena nuestros corazones y mentes con sueños espectaculares de batear jonrones, pero la vida se trata de levantarse todos los días y batear un sencillo”.
Entonces, ¿cómo aprendemos a, como dice Matthew Kelly, apreciar lo ordinario? ¿Cómo nos levantamos todos los días y bateamos un sencillo? Bueno, comencemos por reconocer que no todos podemos hacer grandes cosas; al menos no todo el tiempo. Lo que podemos, como dijo la Madre Teresa de manera tan elocuentemente, es hacer “pequeñas cosas con gran amor”. Para mí, esta es una buena noticia. Aunque tengo dificultad para entender los actos de grandeza, puedo descifrar fácilmente cómo hacer cosas pequeñas con gran amor.
Hacer cosas pequeñas con gran amor comienza con prestar atención a quienes nos rodean en cada momento del día. A veces estamos tan concentrados en lo que estamos haciendo o hacia dónde nos dirigimos que no nos damos cuenta de quienes nos rodean. Hacer algo pequeño con gran amor puede ser tan simple como sonreír a los demás mientras caminamos por la calle o sujetar la puerta a alguien cuando entramos en un edificio. Se trata de ser consciente y vivir el momento. Nunca sabrás cómo puedes impactar la vida de otra persona si no estás prestando atención.
Para darte un ejemplo de esto, voy a contarte una historia sobre un día en que yo, como dice Matthew Kelly, “bateé un sencillo”. Hace muchos años, caminaba por una calle en Boston. La temperatura era gélida, pero afortunadamente estaba muy bien abrigada. En ese momento, me tomé el tiempo para agradecer a Dios que me sentía bien abrigada, a pesar de los vientos bajo cero penetrantes. Por lo general, cuando estoy afuera en este tipo de clima, tengo la cabeza gacha y me apresuro a llegar a mi destino, para poder entrar y calentarme. Por alguna razón, ese día, aunque me apresuraba a entrar, tenía la cabeza en alto y prestaba atención a lo que me rodeaba. Fue entonces cuando un hombre, apoyado contra el costado del edificio, me llamó la atención. “Necesito guantes”, me dijo. No podía imaginar lo frías que debían estar sus manos cuando las introdujo debajo de sus axilas para calentarse. Estar afuera con ese clima sin guantes me pareció horrible, así que le entregué un billete de 20 dólares. Me lo devolvió diciendo: “La tienda no me deja entrar para comprarlos”. Su declaración me golpeó como una tonelada de ladrillos. ¡No estaba permitido en la tienda! ¡Qué espantoso! “Espera aquí”, dije, mientras entraba en la tienda y le compraba varios pares de guantes para que pudiera ponérselos. El hombre estaba esperando junto a la puerta cuando salí de la tienda. Él sonrió agradecido, me dio las gracias y me bendijo.
Lo que esa experiencia me enseñó fue que no siempre podemos cambiar el mundo, pero podemos cambiar el mundo en un solo momento para una persona en particular. De eso se trata vivir el aquí y el ahora. Tenemos que prestar atención a lo que nos rodea o podríamos perder la oportunidad de hacer algo ordinario: hacer algo pequeño con gran amor.