Los Hombres de Verdad Oran
Mucho se ha escrito sobre la crisis que enfrentan los hombres y los niños en la América del siglo XXI. En las últimas décadas, las mujeres han avanzado económicamente gracias a mayores oportunidades educativas y profesionales, lo que les ha permitido tanto colaborar con sus esposos como proveer, por sí solas, para las necesidades económicas de sus hijos y familias. Al mismo tiempo, la automatización y la externalización del trabajo industrial a mercados laborales más baratos han limitado las oportunidades vocacionales para muchos hombres. Durante generaciones, los hombres podían describir con precisión su papel como “proveedores” de sus familias. Hoy en día, esta descripción ya no parece tan precisa, especialmente a medida que más mujeres se convierten en las principales sostenedoras del hogar. Cualquier sugerencia que la respuesta católica adecuada es evitar que las mujeres trabajen o logren el éxito profesional, carece tanto de sabiduría económica como eclesiológica. Dado que el papel tradicional del “hombre proveedor” ha cambiado, como comunidad de fe debemos preguntarnos: ¿cómo podemos alentar y fortalecer a los hombres? Creo que necesitamos recordarles la importancia de la oración y del papel de los hombres en las familias, abrazando con valentía la vulnerabilidad que se requiere para ser guiados en la fe.
A muchos padres les gusta involucrarse en las actividades de sus hijos. Por otro lado, la falta de interés en asistir a los partidos, recitales o presentaciones de los niños suele verse con malos ojos. Sin embargo, pocos parecen preocuparse si los padres no participan en el desarrollo espiritual de sus hijos. Muchos de los lectores de este blog han orado con sus hijos. Compartir las historias de nuestra fe y orar abiertamente es un testimonio que cambia vidas. La oración transmite una vulnerabilidad que no tiene nada que ver con el hombre fuerte y silencioso que vemos en las películas y los medios de comunicación, cuya fortaleza a menudo se manifiesta en violencia y destrucción. Orar y alabar son invitaciones a un tipo de fortaleza diferente. Nuestra conexión con Dios nos da el poder de impactar a los demás. Podemos invocar la protección divina para quienes amamos y para todos los que necesiten ayuda. Esto es poderoso.
Obviamente, tanto las madres como los padres pueden enseñar a sus hijos que somos hijos amados de Dios. Habiendo trabajado como instructor en la formación en la fe de jóvenes durante varias décadas, soy consciente que, hoy en día, la mayoría del apoyo proviene de las madres. Creo sinceramente que, si los hombres comprendieran su importancia como guardianes de la fe para su familia y su comunidad, esta crisis de identidad se resolvería. El eslogan “Los hombres de verdad lloran” podría fácilmente reemplazarse por: “Los hombres de verdad oran”. Jesús es el ejemplo más claro de alguien que centró su vida en la oración. La oración nos une a la voluntad divina. La crisis de los hombres no es consecuencia del empoderamiento económico de las mujeres; es una crisis espiritual, y la oración es la respuesta.
![Deacon Colm McGarry](https://buildthefaith.org/wp-content/uploads/2021/04/IMG_2484-100x100.jpeg)
Colm Is a Deacon in the Archdiocese of Boston and a prison Chaplain. He and his wife Julie have 4 adult children and 2 grandchildren. His Catholic faith has always been a central part of his family and work life and is a source of endless joy.