Honrar al Padre
“Cuando oren, digan: Padre Nuestro que estás en el Cielo, Santificado sea tu Nombre”.
Jesús, enseñando a sus discípulos a orar (Mateo 6: 9)
Hemos aprendido que las bases fundamentales de una sociedad justa incluyen el ejercicio del respeto, la libre expresión, la caridad, el esfuerzo por crear oportunidades para todos, y la libertad para desarrollarnos personal, física, intelectual y emocionalmente. Se nos enseña que todo esto “empieza por casa”. Es por esto que la estructura familiar, como núcleo de una sociedad, es tan importante. La familia, con padre y madre a la cabeza, ejerce un rol educador y afianzador de estos principios básicos para la convivencia en comunidad.
El hombre además es un ser espiritual. Todas las civilizaciones han acudido a un ser superior, como resultado de esa necesidad interna, que es parte de nuestra propia esencia humana. Para algunos, la religiosidad es una serie de ritos; para la persona que lleva a Dios como su Norte, Dios lo es todo. La conversión es entendida como haber alcanzado un estado donde nuestra convicción de ser hijos de un Dios todopoderoso es absoluta e innegable. Para un converso, la relación con Dios no es solo una necesidad apremiante, sino también una fuente inagotable de gozo y crecimiento. Al dirigir nuestro corazón a Dios, recibimos sus gracias de manera directa y profusa. Por eso, una vez convertidos, caminamos sobre la faz de la tierra sin temores, sin complejos de culpa y sin vergüenza. Caminamos como guerreros de la bondad, victoriosos, redimidos y exaltados por el Dios Padre.
A veces es natural sentirnos lejos de Dios, a pesar de nuestra convicción de hijos y siervos. Esto pasa especialmente cuando centramos nuestras oraciones sólo en nuestras necesidades, en su mayoría de tipo material. Pero debemos recordar que si bien es cierto que somos hijos de Dios, fuimos hechos a su semejanza. Podemos asumir que el Dios Padre se comporte semejante a un padre terrenal dadivoso y generoso. Si Dios es Padre, la expectativa es también que un padre se vanaglorie de los logros del hijo, y se alegre por sus demostraciones de admiración y de gratitud, por su capacidad de imitarlo (cuando el padre se esfuerza por ser ejemplar), y por su actitud de respeto.
¿Pero…somos buenos hijos? Irrespetamos a Dios cuando no le hablamos con amor y cariño, cuando no lo honramos por ser nuestro Creador con nuestros pensamientos y acciones, valorando la maravilla de la Creación, aceptando su autoridad y voluntad, y defendiendo a su Iglesia. También ofendemos a Dios cuando contribuímos al sufrimiento de Jesús en el Calvario, con cada pecado y cada omisión en nuestras obligaciones como hijos dignos, abusando de nuestro libre albedrío.
Todos estamos llamados a respetar y honrar al Padre, a nuestro Dios celestial, con nuestras aptitudes, habilidades mentales, emocionales y espirituales, con nuestros actos y palabras. Es justo y necesario alabarlo y glorificarlo, con un corazón contrito y agradecido. Es justo y necesario bendecirlo, y esperar de El, nuestro Padre amoroso, su bendición para nosotros y nuestros seres queridos.
Fernando Dangond, MD, was born in Colombia, South America. He and his wife, Monica, live in Weston, MA, and have been blessed with two sons Daniel and David and a beautiful daughter, Christina (the inspiration behind Build the Faith) who left to be with the Lord 6 years ago.
Dr. Dangond, is a neurologist and scientist who works for a pharmaceutical company developing medicines to treat devastating neurological diseases.