Fe: el antídoto para la duda
Leiri Bocanegra was born in Villalba, Puerto Rico but now resides in Massachusetts with her Husband and four children. Leiri and her husband Gustavo met in their parish youth group, “Agape,” and have been serving together ever since! You can usually find them singing together at church events and retreats! Leiri works as the Coordinator of Outreach and Evangelization for St. Mary’s Parish in Cambridge, Massachusetts. She also has a nursing background in both Geriatrics and Pediatrics. She has been a member of the Holy Family Institute for six years and enjoys Family Ministry. Her biggest accomplishment has been becoming a mother. She enjoys being able to use social platforms to help other Catholic mothers connect and assist one another through the wonderful vocation of motherhood!
Jesús preguntó a sus discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (Mateo 16:15) Hay una razón por la que después de la respuesta de Pedro a Jesús que él es el Mesías, Jesús le da a Pedro las llaves del reino de los cielos. Es porque Pedro lo entiende. Entiende que Jesús es el Hijo de Dios. La ironía es que Pedro, a quien Jesús confió la Iglesia, es conocido por su “poca fe”. Pedro, quien también era conocido como Simón Pedro o Cefas, se convirtió en el primer Papa. Incluso a través de la duda y el desaliento, Jesús vio su corazón. Vio el amor de Pedro por él y su verdadera fe, al igual que ve el tuyo y el mío. En una u otra ocasión, todos hemos pasado por la consternación de nuestra vida diaria y los obstáculos que vienen con vivir nuestra Fe. Hemos estado inseguros… sin querer… sin merecer, sin embargo, Jesús nos confía a cada uno de nosotros que vivamos por fe.
Hay tantas historias sobre Pedro que es imposible abarcarlas por completo en este blog. Aún así, veamos algunos ejemplos. En el capítulo 5 de Lucas, Pedro se encuentra con Jesús. Después de no tener suerte con su pesca, Jesús le dice a Simón que se meta en aguas profundas. Simón responde que han trabajado duro toda la noche y no han pescado nada, pero él hace lo que Jesús le ordena. Simón y su hermano Andrés pescan tantos peces que sus redes comienzan a rasgarse. Después de esto, Pedro sigue a Jesús y su vida cambia para siempre. Como Pedro, aunque dudemos, cuando creemos en las palabras de Jesús, podemos aprender la verdad y vivir de acuerdo con ella. Podemos ser transformados. Aunque las palabras de Jesús son tan desconcertantes como poderosamente inspiradoras y alentadoras, creer en Jesús es lo que nos une a él por toda la eternidad.
La fortaleza de Pedro se prueba nuevamente en el capítulo 14 del Evangelio de Mateo. En el versículo 26 aprendemos que cuando Pedro ve a Jesús caminando sobre el agua, se aterroriza. Jesús dice: “¡Ánimo! ¡Soy yo! No temáis”. Pedro responde: “Señor, si eres tú, dime que vaya a ti a través del agua”. Jesús le dice que venga, entonces Pedro comienza a caminar hacia Jesús sobre la superficie del agua. No es hasta que nota el viento que comienza a temer y grita: “¡Señor, sálvame!” Jesús lo agarra y le dice: “Tienes tan poca fe, ¿por qué dudaste?” Al igual que Pedro, también me he encontrado teniendo “poca fe”, cayendo de rodillas y diciendo: “Déjame, Señor; Soy una mujer pecadora”. El miedo se ha apoderado y la duda ha ensombrecido mi corazón. La fe en Jesús y la confianza en el plan de Dios me sacan del abismo.
Otro ejemplo que todos podemos recordar es la negación de Jesús por parte de Pedro. Después de su resurrección, Cristo se presentó ante sus discípulos en la orilla del Mar de Galilea. Juan 21:12-23 describe este caso cuando a Pedro se le dan tres oportunidades para admitir su amor por Jesús, y cada vez dice que lo hace. Ves, Dios no le confió a Pedro porque no tenía miedo y era un creyente ejemplar, Dios le confió porque creía genuinamente que Jesús era el Mesías, el hijo de Dios. ¡¿Cuántas veces he negado a Jesús?! A menudo miro hacia atrás a los malos juicios que he hecho, esas cosas que han tenido efectos duraderos en mi vida o en la vida de mis seres queridos. En retrospectiva, la culpa puede comernos vivos. Incluso cuando Dios nos perdona, parece que no podemos perdonarnos a nosotros mismos. ¡Afortunadamente, el amor, la misericordia y la confianza de Dios son infinitos!
En nuestros viajes espirituales nos enfrentamos a tantos momentos de “Pedro”; instancias que nos hacen sentir indignos, no calificados, no aptos. Jesús conoce nuestros fracasos, pero aún nos ama. Pedro creyó en Jesús y confió en él lo suficiente como para dejar de lado sus fallas una vez que Cristo lo perdonó. Esta es la esperanza por la que debemos vivir. Jesús no espera nuestra perfección, pero sí espera nuestra creencia y amor. No puedo imaginarme no ser un seguidor de Cristo, ¿y tú? Cuando Jesús está entronizado en nuestras vidas, nos utiliza a cada uno de nosotros para irrigar las almas sedientas. Nos envía, como a Pedro, a echar nuestras redes en lo profundo; a pesar de cuantas veces lo hemos intentado, nos pide una vez más que sigamos intentándolo. Tener fe también implica fracasar, pero saber que en el tiempo de Dios todo está alineado, incluso con nuestras imperfecciones. ¡Que todos comprendamos el amor que brota de la mano de Dios! ¡Que todos vivamos con fe sincera incluso en las batallas más duras de la vida, confiando en que los planes de Dios para nosotros son mayores de lo que podemos imaginar!
Todos los discípulos de Jesús lo amaban, pero fue gracias a la creencia de Pedro que Jesús construyó su Iglesia sobre él. La fe es el antídoto para la duda. ¡Nos ayuda a confiar!