El Hermoso Caos de La Familia: Abrázalo!
Les decimos a las personas que esperamos tener cuatro hijos y de repente, es como si anunciáramos que estamos formando un equipo de fútbol. Los amigos que tienen uno o ningún hijo simplemente se ríen y dicen: “¡Ni de locos! La fábrica se cerró, ¡ya no más!” Y luego, voltean, nos preguntan sobre nuestros planes y nosotros decimos: “Ah, sí, estamos pensando en cuatro.” ¡Se quedan perplejos! Es como si esperaran que nuestra respuesta fuera puro sarcasmo.
La verdad es que vemos a cada hijo como una bendición loca, salvaje y maravillosa. San Josemaría Escrivá lo dijo mejor: “¡Cada hijo que os concede Dios es una gran bendición divina: no tengáis miedo a los hijos!” Así que sí, nos lanzamos, estamos abrazando la locura. Y, honestamente, en un mundo que a veces parece tener las prioridades al revés, ¿qué puede ser mejor que invertir en una familia grande, ruidosa y llena de amor? ¡Cuatro hijos no son una fábrica, son un legado! Nos aseguramos que el amor (¡y la risa!) sigan creciendo.
Como pareja casada, bendecida con dos niños pequeños y, obviamente, con la esperanza de tener más, a menudo reflexionamos sobre las enseñanzas de nuestra fe católica en cuanto a la familia y el don de la vida. En la cultura actual, la idea de tener una familia grande parece ser contracultural, incluso radical. Sin embargo, nuestra fe nos llama a ver a los hijos como un regalo, cada uno amado y atesorado por Dios. Queremos compartir a continuación la alegría y la belleza de una familia numerosa arraigada en la comprensión católica de por qué la apertura a la vida es un acto poderoso de amor y confianza en Dios.
El Magisterio de la Iglesia Católica enseña que el matrimonio es un vínculo sagrado, una vocación que refleja el amor creador y redentor de Dios. En Humanae Vitae, el Papa Pablo VI destaca que el matrimonio tiene dos propósitos esenciales: el unitivo (el amor y la compañía entre los esposos) y el procreativo (la apertura a la vida nueva). Tener hijos es una forma de vivir las dimensiones naturales y espirituales del matrimonio. Cada hijo al que damos la bienvenida es un reflejo del generoso amor de Dios, y no solo una adición a nuestra vida siempre ocupada. Son nuestra misión: regalos que profundizan nuestro amor, acrecientan nuestra paciencia y nos unen en un propósito. Además, el Magisterio nos llama a no depender solo de nuestros propios planes, sino a estar abiertos a la voluntad de Dios. En Gaudium et Spes, el Concilio Vaticano II resalta la importancia de la paternidad responsable, pero también nos llama a dar la bienvenida a la vida con confianza en la bondad de Dios. Dios sabe lo que necesitamos, así que confiemos en Él.
Como padres, esta confianza no siempre es fácil. Sabemos que cada hijo adicional trae nuevos desafíos financieros, emocionales y logísticos. Pero también sabemos que Dios nos da gracia, fuerza y una comunidad que nos apoya. Tener una familia más grande nos reta a crecer en fe, humildad y dependencia de Dios, en lugar de confiar en nuestros recursos limitados. Aprendemos que el amor y el sacrificio, cuando se comparten y viven plenamente, profundizan nuestra alegría y fortalecen los lazos familiares.
Las Escrituras hablan directamente de la belleza de los hijos. El Salmo 127 dice: “Los hijos son una herencia de Dios, el fruto del vientre es una recompensa. Como saetas en la mano del guerrero, así son los hijos de la juventud. Bienaventurado el hombre que llena su aljaba con ellos” (Salmo 127:35). Los hijos son parte de nuestra herencia de Dios, y cada uno agrega a la riqueza de nuestra familia y nuestra comunidad.
Cuando imaginamos nuestra futura familia, vemos más que solo números; vemos relaciones: hermanos que se alentarán mutuamente en la fe, aprenderán unos de otros y se apoyarán a lo largo de la vida. Serán testigos y experimentarán el valor del servicio, la responsabilidad y el trabajo en equipo. En nuestra experiencia, los hijos traen nueva energía y alegría a nuestro hogar, haciéndolo un lugar lleno de risas, juegos y momentos espontáneos de maravilla. Como diría Rosa Pich, madre de 18 hijos: “En las familias numerosas, las alegrías se multiplican y las tristezas se comparten”.
Claro, criar hijos no siempre es fácil. Principalmente, porque no hay un manual de instrucciones para seguir, ni un título universitario o pasantía donde puedas adquirir algo de experiencia de antemano. Hay noches de poco sueño, desafíos financieros y desordenes interminables. Pero estos sacrificios son parte de la alegría de la vida familiar. Creemos que Dios nos da la gracia para manejar cada momento, no importa cuán difícil sea, porque cada momento es parte de nuestro llamado a ser santos.
Invitamos a otros a considerar este llamado a la apertura con fe y valentía. Los hijos no son obstáculos; son bendiciones que profundizan nuestro amor, moldean nuestro carácter y nos acercan más a Dios, porque el vive en nuestra familia. Recibimos a cada hijo con los brazos y el corazón abiertos, confiando en la sabiduría y el amor de Dios para sostenernos.
Encomendamos, a la Sagrada Familia de Nazaret, los frutos de nuestra familia que son nuestros hijos, los que hoy están y los que vienen.
Juan and Sofia were born into Catholic families in Colombia, South America. They met on Juan’s Patron Saint Feast Day, Saint John Bosco, January 31st and recently got married on the 31st of July. Both have encountered Jesus in their lives and decided to follow him with great commitment.
Juan is a Political Scientist and also a great golfer. He works in the Wine and Spirits Industry.
Sofia is a commercial real estate lawyer and works at her family-owned business. They currently live in Cali, Colombia.
Juan and Sofia are increasingly passionate about the apostolic mission with the youth and young professionals. They are committed to showing the love of God and his mysteries through the beauty of the sacrament of marriage and friendship. Both have lived their conversion through different spiritualities within the Church, such as the charismatic renewal, parish groups (Emaus and Effeta), Mana (a self-founded apostolic group) and Opus Dei. This last one is currently where both congregate and receive all their spiritual formation and guidance. Although they have much to learn, they are eager to share their testimony with all the readers.