Solo para los fuertes

Sister Marta was born and raised in Managua, Nicaragua. Early in life she experienced an earthquake which claimed thousands of lives and destroyed her hometown. Later, political unrest, Communism, and persecution, especially of young people, caused her to migrate alone to the USA where she met new challenges. After a family tragedy and deeply affected by these adversities, Sister Marta began an inner search for answers to the mystery of life, suffering, truth, and the deepest yearnings of the human heart. She found the answer in Christ. By Divine Providence she met (and joined) the Secular Franciscans in Fresno, California, in 1994, and later, the Sister Disciples of the Divine Master where she discovered, with joy, an undeserved call to the consecrated life. Although a late vocation, she was admitted to the Congregation in 2000. Today, Sister Marta serves the Lord and His Church through her ministry at the Archdiocese of Boston.
Señor, ¿Solo unas pocas personas se salvarán? La respuesta a esta pregunta nos impacta directamente a todos, no solo por el numero si no como personas. Jesús respondió: “Esfuérzate por entrar por la puerta estrecha, porque muchos intentarán entrar, pero no serán lo suficientemente fuertes”. Entonces agregó, “Muchos vendrán del este y el oeste, del norte y el sur, y participarán en la mesa en el reino…” (Lucas 13:22-30). Aunque Jesús estaba hablando a una audiencia judía hace más de 2,000 años, tenemos que oír y meditar cuidadosamente acerca de estas palabras, porque son tan importantes para nosotros hoy como lo fueron para las personas de esos tiempos.
Yo no sé ustedes, pero yo me pongo un poco nerviosa cuando pienso en cuan fuerte tengo que ser, y que tan estrecha es la puerta hacia la salvación. Estoy segura de que ansío estar un día en el cielo regocijándome con todos aquellos que fueron lo suficientemente fuertes para entrar por la “puerta estrecha”, pero la verdadera pregunta es, ¿Seré yo lo suficientemente fuerte?
Algunos de nosotros pensamos diariamente sobre la respuesta a esta pregunta. Esta escrito en todos los altares de nuestras capillas Paulinas e iglesias alrededor del mundo: “No tengas miedo, Yo estoy contigo”. Isaías oyó estas palabras cuando el Señor le prometió que él lo fortalecería y lo ayudaría a llevar adelante su difícil misión para el pueblo de Israel. El Beato Alberione recibió fortaleza de las mismas palabras para llevar adelante su misión por la gente de su época, inspirado en el espíritu de San Pablo Apóstol. Él sabía que tenía que ser lo suficientemente fuerte para ser pequeño, frágil y completamente dependiente de Dios, como Isaías y San Pablo, para poder transmitir el verdadero mensaje de salvación a las nuevas generaciones.
Cuando el fuerte y profundamente educado Saulo de Tarso pidió al Señor tres veces “remover la espina de la carne”que le fue dada, el Señor respondió: “Mi gracia es suficiente, porque el poder se hace perfecto en la debilidad”. Pablo se regocijó en la debilidad, ofensa, dificultad, y persecución porque, según dijo, “Cuando soy débil es cuando soy fuerte” (2 Corintios 12:7-10). Necesitamos ser lo suficientemente fuertes para ser débiles, mansos y humildes para ofrecer la otra mejilla con paz, perdonar a los que nos ofenden, estar dispuestos a caminar una milla más, dar y amar generosamente, y cumplir nuestra misión a pesar de las dificultades.
“A menos de que sean como niños pequeños, nunca entraran al Reino de los Cielos,”, nos dijo Jesús. (Mateo 18:4). Los niños, como los pequeños pastores de Fátima y nuestra pequeña Cristina, nos enseñan a ser valientes. Si no somos lo suficientemente pequeños y frágiles para que Dios nos lleve en sus brazos amorosos, nunca entraremos a través de la puerta estrecha. La fortaleza de la inocencia, la simpleza y la confianza es lo que es realmente importante.
Yo no sé ustedes, pero yo sigo aprendiendo mucho de la confianza de Cristina en Jesús. Mi corazón crece en generosidad para hacer posible su sueño de ayudar a construir la fe aquí y en otros países del mundo. Por esa razón, muchos vendrán del este y del oeste, del norte y del sur y compartirán en la mesa en el Reino de Dios. Oramos para que también nosotros un día nos sentemos en la mesa con Abraham, Isaac y Jacobo, con Isaías, Pablo y el Beato James Alberione, con los pequeños pastores, Cristina y todos aquellos de muchas naciones que entendieron las paradojas del Reino y vivieron por ellas. Que el amor de Jesús sea la única fuente de nuestra confianza.
Jesús, eres mi luz y mi salvación, pongo en ti toda mi confianza.