Nosotros Somos la Iglesia Doméstica
La “iglesia doméstica”, un término que escuchamos mucho de nuestros Sacerdotes hoy en día no es algo nuevo en el mundo de la fe católica. Sin embargo, pensar en qué es y qué significa genera para nosotros un estremecimiento en el alma. Es como un llamado especial de Dios que nos ha sido dado como padres, aunque claramente no comenzó con nosotros, sino que vino de los primeros cristianos y ha sido llevado a lo más profundo de nuestro linaje gracias a nuestros padres y antepasados. Lo definimos con este breve pasaje del Nuevo Testamento: “Crispo, el jefe de la sinagoga creyó en el Señor con toda su familia”. (Hechos 18:8) La Iglesia universal es, por tanto, una gran familia, formada por muchas familias más pequeñas. Es el origen de nuestra fe que debemos transmitir a nuestros hijos.
Al encarnarse y crecer dentro de la Sagrada Familia de José y María, vemos cómo Dios mismo, en la persona de Jesucristo, nos demostró la importancia de la familia en su plan de salvación. Jesús pasó treinta años (¡la mayor parte de su tiempo aquí en la Tierra!) en la vida oculta y ordinaria con su Padre adoptivo y su Madre Inmaculada. A todos aquellos hombres y mujeres a quienes Dios les ha dado la vocación de la paternidad, les anunciamos un llamado sobrenatural a formar la iglesia doméstica de Dios. Como enseña el catecismo de la Santa Madre Iglesia, “las familias creyentes tienen una importancia primordial como faros de una fe viva e irradiante”. (CCC 1656) Esto es precisamente lo que nuestra iglesia doméstica debe cultivar diariamente, siendo los primeros anunciadores de la fe con la palabra y el ejemplo y verdaderos misioneros de la vocación conyugal del amor a la familia.
Este amor que los padres dan a sus hijos se convierte en levadura de la Iglesia. Aunque nosotros solo llevamos dos años casados, nuestra iglesia doméstica (¡que es de Jesucristo!) está floreciendo con nuestro bebé de 15 meses y continúa creciendo mientras esperamos la llegada de un segundo bebé, nuestro hijo: Joaquín de Jesús. Ahora comprendemos y apreciamos mejor el pasaje de Lucas 12:48 donde dice: “A quien mucho se le dio, mucho se le demandará; y a quien mucho se le confía, más se le pedirá”. Son dos almas las que el Señor nos ha confiado, ¡y son muchas! ¡Estar a la altura de los desafíos de esta vocación no es fácil! Requiere dedicación y gracia de Dios. Por eso, el Señor ahora no solo nos pide que conformemos una Iglesia doméstica sino que, por su gracia, la elevemos a un estado esplendoroso, sin mancha ni arruga ni cosa parecida; una Iglesia santa e inmaculada (Efesios 5, 27).
El Papa Pío XI, en su famosa encíclica Casti Connubii, menciona las gracias del matrimonio, la primera de las cuales es el hijo, añadiendo: “Dios quiso, benignamente, valerse de los hombres como cooperadores en la propagación de la vida…Creced y multiplicaos y llenad la tierra” (Génesis 1, 28). Nuestra Iglesia, sin embargo, no se esfuerza simplemente en ser numerosa, sino más bien, en palabras de este Sumo Pontífice, en “injertar nueva descendencia en la Iglesia de Cristo, para procrear ciudadanos de los santos y parientes de los santos”Dios, para que cada día crezca más el pueblo dedicado al culto de nuestro Dios y Salvador”. En otras palabras, ¡debemos esforzarnos por formar una familia de santos de Dios! ¡Es una gran responsabilidad!
Encomendemos, pues, nuestra Iglesia universal y nuestra Iglesia doméstica al custodio de la Iglesia, San José, y a su esposa, Santa María, que es madre y reina de la familia. A ellos acudimos para llenar de virtudes a nuestros hijos, purificar sus almas y convertirlos en fieles seguidores de nuestro Señor, pastor supremo de nuestra iglesia doméstica. A todas las familias les decimos que se amen, que se amen mucho, como Cristo ama a su Iglesia. Con este ejemplo, juntos llevaremos el mensaje de verdad a todos los hijos de Dios que necesitan ver y oír que hay esperanza; la esperanza que se vive en las familias por Cristo que las santifica.
¡Viva Cristo Rey!
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Juan and Sofia were born into Catholic families in Colombia, South America. They met on Juan’s Patron Saint Feast Day, Saint John Bosco, January 31st and recently got married on the 31st of July. Both have encountered Jesus in their lives and decided to follow him with great commitment.
Juan is a Political Scientist and also a great golfer. He works in the Wine and Spirits Industry.
Sofia is a commercial real estate lawyer and works at her family-owned business. They currently live in Cali, Colombia.
Juan and Sofia are increasingly passionate about the apostolic mission with the youth and young professionals. They are committed to showing the love of God and his mysteries through the beauty of the sacrament of marriage and friendship. Both have lived their conversion through different spiritualities within the Church, such as the charismatic renewal, parish groups (Emaus and Effeta), Mana (a self-founded apostolic group) and Opus Dei. This last one is currently where both congregate and receive all their spiritual formation and guidance. Although they have much to learn, they are eager to share their testimony with all the readers.