El sufrimiento es un regalo necesario
Hoy quiero expresar mi gratitud por el regalo del sufrimiento; he entendido que es un regalo necesario. Medité, pensé en todo esto nuevamente y comprendí que sí, es cierto, debo presentarle la Iglesia al nuevo milenio con oración, diferentes iniciativas, pero he visto que ésto no es suficiente: Tengo que presentar a la Iglesia con sufrimiento (Papa Juan Pablo II).
Con estas palabras en Mayo de 1994, el ahora santo Juan Pablo II estaba ofreciéndonos una visión profética sobre el significado de su propio sufrimiento…El Papa tuvo que haber sido atacado, el Papa tuvo que haber sido hospitalizado, el Papa tiene que sufrir hoy – continúa el Santo Padre – para que el mundo pueda ver que hay un evangelio, yo diría, superior: El Evangelio del Sufrimiento. El dice, yo debo reunirme con los líderes poderosos del mundo y debo hablarles. Con qué argumentos? Lo único que me queda es este tema del sufrimiento. El Santo Padre entonces concluye diciendo, Me gustaría decirles a ellos: entiendan esto, entiendan por qué el Papa estuvo nuevamente en el hospital, otra vez en el sufrimiento, entiéndanlo, re-piensen todo esto!
Estas palabras fueron dirigidas a los lideres poderosos del mundo, pero yo las tomé como si fueran dirigidas a mí y las dejé penetrar en mí para empujarme a reflexionar seriamente en el misterio del sufrimiento. Por qué el sufrimiento? Por qué un niño enfermo de cáncer? Por qué la muerte de un ser querido? Cual es la respuesta para todo esto? Lo pensé y entonces, como lo dijo el Papa, re-pensé sobre esto y las palabras del Evangelio se cernieron sobre mí:
Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa (Mateo 5: 14-15).
Aquí hay algo que debemos comprender con profundidad: el llamado a ser Cristiano no es un privilegio, no es algo sólo y exclusivamente para tí. Es un servicio, es una misión, así como una luz en un cuarto está al servicio de la gente alrededor, para que ellos puedan ver.
El sufrimiento, para un Cristiano, es un “candelero”. Es un lugar que te hace visible. Para Cristo, la cruz de madera fue su “candelero” donde El fue elevado y convertido en un espectáculo para todos. Todo el mundo vió Su sufrimiento, Su tortura, Su sangre, Su muerte; pero todos, al mismo tiempo, también presenciaron la acción de Su Padre al resucitarlo. Hasta el Centurión Romano que lo clavó en la cruz dijo, “De verdad este hombre era el Hijo de Dios”. El sufrimiento, entonces para un Cristiano, es la oportunidad que Dios nos da para volvernos totalmente dependientes de El y así Su Acción, Su Providencia, Su Victoria sobre la muerte pueda resplandecer a través de nosotros.
Entiendo que estas palabras pueden sonar como “religiosas” or “sacerdotales”. En realidad, estas palabras son un “misterio”, de acuerdo con el significado real de la palabra “misterio”. “Misterio” es una palabra Griega, mustḗrion, que se refiere a algo que no puede ser entendido a no ser que sea experimentado. En la Oración Eucarística, proclamamos “El misterio de la fe”, como para decir ” lo que proclamamos no es un ideal, es una experiencia!” Esto es igualmente real en el caso del sufrimiento: el misterio del sufrimiento como un lugar de luz, un lugar donde aparece el amor de Dios, se vuelve visible, y puede hacerse tangible solamente con una experiencia concreta.
San Juan Pablo II nunca rechazó ni ocultó su enfermedad porque el tuvo una experiencia en su propia vida personal donde Dios – a través del sufrimiento – le había mostrado a él su Rostro. Al llegar a los 20 años de edad, el que sería luego un Papa, Karol Wojtyla, ya había perdido a su padre, su madre y sus hermanos mayores. Además, él estuvo presenciando una de las tragedias más grandes the la historia del mundo: la Segunda Guerra Mundial. Como él, miles de Cristianos en la historia han salvado vidas innumerables de personas, al reflejar la luz de la Resurrección de Cristo a través del sufrimiento que ellos mismos experimentaron.
Incluso ahora, si estás leyendo este artículo es porque el cancer de Cristina te ha mostrado una luz particular a la cual te has sentido atraído. El cancer de Cristina fue su candelero, la enfermedad de San Juan Pablo II fue su candelero, y la cruz de Cristo fue su candelero…Cuál es el tuyo?
My name is Andrea Povero. I was born in a town called Ivrea, close to Turin, Italy.
I am almost 35 years old and I am the last one of 4 children.
When I decided to enter the seminary, I chose to enter into a “missionary seminary.” I went to a retreat close to Rome and there, together with 300 young men, I put my name into a basket. In another basket were the names of the all the missionary seminaries around the world. When my name was pulled from one basket, it was matched with the name “Boston” from the other basket.
I was sent to Boston in November 2007. I became a priest by the grace of God on May 19, 2018.
For the past three years I have been the Parochial Vicar of three parishes: St. Thomas Aquinas and Our Lady of Lourdes in Jamaica Plain and Saint Mary of the Angels in Roxbury.