Día de Acción de Gracias
El día de Acción de Gracias fue inicialmente establecido como una fiesta religiosa. Abraham Lincoln fue quien firmó el manifesto que instituyó el Día de Acción de Gracias como una fiesta nacional. El documento que data de 1863, estableció que el último Jueves del mes de Noviembre sería el día dedicado a darle gracias a Dios. En 1941, el Presidente Roosevelt cambió el día para el cuarto Jueves del mes de Noviembre.
Lincoln sabía muy bien que tenemos la tendencia de olvidarnos de agradecerle a Dios por todas sus bondades. Somos afortunados de recibir su generosa y bondadosa misericordia, y al mismo tiempo nos olvidamos de darle el justo crédito a él. Lincoln empieza su declaración con estas palabras, “El año que va terminando se ha llenado de muchas bendiciones de provisión y de salud. Se han agregado a esta abundancia (tierras fructíferas y cielos hermosos), la cual gozamos con tanta regularidad que olvidamos la fuente de donde viene, otras bendiciones tan extraordinarias que penetran y ablandan el corazón, incluso los que normalmente no reconocen la atenta Providencia de Dios Todopoderoso”.
Hacía el final de la declaración, Lincoln dice: “Por eso, invito a todos los ciudadanos en todas partes de Estados Unidos, junto con los que se encuentran en alta mar y los que pasan una temporada en tierras extranjeras, a distinguir y observar el último Jueves del próximo Noviembre, como un día de Agradecimiento y Alabanza a nuestro Padre benévolo que reside en el cielo”.
A pesar que Lincoln estableció como un día festivo el Día de Acción de Gracias, él no fue el primer Presidente que firmó una declaración dedicada a Dios. El primero fue George Washington! El escribió en 1789, “Considerando que todas las naciones tienen el deber de reconocer la bondad de Dios Todopoderoso, obedecer Su voluntad, agradecerle por Sus dones, y humildemente implorar Su favor y protección – y considerando que ambas Cámaras del Congreso me han pedido mediante su Comité conjunto “recomendar al Pueblo de los Estados Unidos un día público de acción de gracias y oración para ser observado, reconociendo con corazones agradecidos los muchos favores notables del Dios Todopoderoso, especialmente al permitirles una oportunidad pacífica de establecer una forma de gobierno para su seguridad y felicidad”.
Me llama la atención que las dos declaraciones; la de Washington y la de Lincoln, fueron escritas en tiempos de Guerra. Washington firmó la de él poco después de la Guerra Revolucionaria; y Lincoln firmó la suya durante la sangrienta Guerra Civil. Los dos hombres entendieron el sufrimiento y la muerte; y ninguno de ellos pudo separar de sus pensamientos la luz que Dios nos ofrece para que nos alejemos de la oscuridad. Ellos sabían que este país podía sanar sus heridas, solamente a través de la mano Providencial de Dios.
Me gusta mucho el Día de Acción de Gracias. Siento que de alguna manera está todavía conectada a sus raíces. Mientras nuestra cultura post- Cristiana ha separado la Navidad de la Encarnación, y el Domingo de Pascua de la Resurrección, es una bendición que este ritual tan simple de agradecerle a Dios este aún muy vigente. Incluso, me sorprende porque hasta los gurús de autoayuda que tanto abundan actualmente, entienden los beneficios personales y sociales de ser agradecidos. La gratitud es una manera de abrir y expandir nuestro corazón. Durante mis Direcciones Espirituales, siempre aconsejo ser agradecidos, e incluso en mis oraciones personales, siempre empiezo el día dando gracias. En medio de mis debilidades personales y en mis días más oscuros, la gratitud siempre me ayuda a ver el rostro amoroso de Dios.
Por lo tanto, quisiera animarlos a que no desliguen el Día de Acción de Gracias, con agradecerle a Dios por toda su bondad. Porque a pesar que la gratitud es un buen comienzo, sentirse agradecido no es lo mismo que dar las gracias. En este sentido dar las gracias es muy diferente a la gratitud: se requiere un objeto. Debe existir alguien a quien darle las gracias, y reconocerlo como la fuente de nuestros regalos. Nuestra felicidad podría ser muy inestable, sino demostramos nuestro agradecimiento hacia aquellas personas que se lo merecen. Quizás este Día de Acción de Gracias podrían ir a la Iglesia y asistir a misa, rezar el rosario y encender una vela. En este Día de Acción de Gracias, antes de empezar a comer, demos gracias a Dios por todo lo que nos ha dado.
Washington y Lincoln no podían concebir un Día de Acción de Gracias sin alabar a Dios Todopoderoso. Nosotros tampoco deberíamos!
Fr. Michael Harrington, a native of Swampscott, MA, is a Catholic Priest for the Archdiocese of Boston, and Currently the Pastor of St. Mary’s of the Annunciation Catholic Church in Cambridge. In the past he served as The Director of the Office of Cultural Diversity for the Archidiocese of Boston and is currently a Consecrated member of the Institute of Jesus the Priest (the Pauline Family).