Almas Saludables
Hace varios días atrás, yo estaba en el Gimnasio. Trato de ir a menudo para hacer mis ejercicios rutinarios con el propósito de bajar unos kilos de más. Ese día, yo había llegado una hora más tarde de lo acostumbrado. ¡Vaya sorpresa! El gimnasio estaba lleno; no habían máquinas o espacio disponible; me toco esperar. Mientras esperaba empecé a observar a todos los que estaban allí, incluyéndome a mí.
Ví hombres y mujeres hacer repeticiones de ejercicios, levantar pesas, correr, caminar, montar en bicicletas, algunos con entrenadores otros (a) con amigos(a) o solos(a). En ese momento, me dí cuenta que somos capaces de esforzarnos al máximo por una apariencia física; somos capaces de dejar de comer ciertas cosas que tal vez nos pueden hacer daño; nos sacrificamos en levantarnos temprano o con largas caminatas o corridas; probamos todo tipo de dietas para bajar de peso.
Observando todo esto, llego a mi mente la parábola de las diez vírgenes que se encuentra en el Evangelio de San Mateo 25. En esta parábola, se encontraban aquellas vírgenes que tenían sus lámparas preparadas para recibir al novio. Como también que no estaban preparadas para la llegada del novio. En este diálogo interno, reflexionaba que diferente sería el mundo – nuestra vida terrenal, y nuestra vida eterna si nosotros nos preocupáramos por tener nuestra vida espiritual en la mejor condición posible. ¿Qué tal sería si nos esforzáramos por ejercitar nuestra vida espiritual, por hacer rutinas espirituales que embellezcan el alma? ¿Qué si cada día leyéramos la palabra de Dios, sí sacáramos un minuto para orar, y si cada día tratáramos de amar a los demás como a nosotros mismo? Y si dejáramos de “alimentar” a nuestra alma y espíritu con lo que en verdad nos envenena, como es el odio, la indiferencia, la inmoralidad, la mentira, la adicción, el miedo, la avaricia, etc.
Si bien es cierto que no hay nada de malo en hacer ejercicios o buscar un buen estado de salud físico y mejorar nuestra calidad de vida, no es menos cierto que cada día debemos hacer los ejercicios que nos garantizan la vida eterna. Que el día que llegue el amado a buscarnos, salgamos a su encuentro y le digamos, “Aquí estoy, Señor en la mejor condición espiritual para caminar contigo.”
Es hermoso tener un buen estado físico, pero aún más, es hermoso tener nuestra alma saludable, fortalecida y alimentada por Jesús Cristo. Al finalizar nuestros días aquí en la tierra, cuando ya nuestro cuerpo se haya desgastado, es nuestra alma la que transcenderá a la vida eterna.
¿Qué tan saludable está tu alma?
Born and raised in the Dominican Republic, Deacon Franklin came to know Christ as a child thanks to his grandfather, Nicasio Mejía. Nicasio introduced Franklin to the spiritual life and the doctrine of the Catholic faith. Because of this, Franklin was a very active member of the Salesian youth groups in his community from a very young age and, as he grew older, he received training to become a youth leader.
Upon arriving in the United States, Franklin worked for the Hispanic Youth Ministry in the Archdiocese of Boston organizing sports tournaments, youth leadership training programs, and an outreach ministry dedicated to visiting youth in prison. Deacon Franklin’s passion for evangelization led him to Catholic Television, where he was the host and producer of “Good News.” His desire to evangelize through the media was inspired by Pope John Paul II, who encouraged the Church to use all media to present Christ to others.
Ordained in 2014, Deacon Franklin was assigned to Sacred Hearts Parish in Malden and he continues his work at the Catholic Television Network, Boston in charge of the production of The Holy Mass.
He has been happily married to his wife, Wendy, for 18 years and they are the proud parents of Gabriel Andres, 17 and Isabella María, 13.