Quien cree en mí nunca morirá
Desde pequeños hemos escuchado un refrán de mamá y papá, que aunque es de mucha sabiduría, es quizás a simple vista una cruda verdad de la vida. Nos decían con mucha frecuencia: “en la vida no hay nada seguro, excepto la muerte”. Es cierto, de hecho, muy cierto. Lo único seguro en la vida es la muerte. Es razón de sufrimiento, de tristeza, y a veces de crisis.
El ser humano cuando recibe la noticia de la muerte, su reacción inmediata es contraria a la que tiene cuando reciben la noticia del nacimiento de un ser querido. Y creemos que es normal tener esta actitud inicial. Sin embargo, es Cristo el que nos hace un llamado fuerte a vivir la experiencia de la muerte en nuestros seres queridos con un sentido sobrenatural.
El catecismo de la Iglesia nos enseña que “gracias a Cristo, la muerte cristiana tiene un sentido positivo”. En las palabras de San Pablo, “para mí, la vida es Cristo y morir una ganancia” (Flp 1, 21). “Es cierta esta afirmación: si hemos muerto con él, también viviremos con él” (2 Tm 2, 11). Porque como decimos en el himno que se proclama durante la misa de un difunto: quien cree en ti Señor, no morirá para siempre.
Hace poco, murió un familiar muy cercano a nosotros. Es la razón por la que hoy abordamos esta realidad humana. Aunque su muerte fue una noticia muy dura para sus hijos, esposa y familia, también fue una bendición para traer comunión entre todos los que lo queríamos.
El tío dejó un legado impecable en esta tierra y sembró bendición entre la comunidad. Prosperó entre muchos y ayudó a otros a prosperar con él. Sembró esperanza en su familia y se comprometió a llevar la bandera del resucitado. Un hombre tan enamorado de Dios y de su madre admirable que podemos estar seguros que compartía con mucho amor estas sabias palabras de Santa Teresa de Jesús: “Yo quiero ver a Dios y para verlo es necesario morir”. Al tío le llego el fin de la peregrinación terrena y confiamos en la misericordia divina que, al ser un hombre justo y bueno, con Cristo resucitará para la vida eterna. Dichoso nuestro tío difunto, quien durmió en el Señor.
Los que hayamos vivido la muerte de un ser querido recientemente o en algún momento de nuestras vidas, solo nos queda seguir la misma peregrinación terrena, que consiste en amar sin medida y obrar de buena voluntad. Fortalezcámonos en el Señor que es luz en las tinieblas del dolor y la tristeza. Lloremos porque es de humanos llorar, suframos porque es de humanos sufrir, pero permitamos que la gracia del que ha vencido la muerte junto a todos los bienaventurados santos y santas traiga la esperanza justa para seguir con Cristo, por Cristo y en Cristo.
Los dejamos con un poema para despedir a un ser querido:
“Puedes llorar porque se ha ido,
O puedes sonreír porque ha vivido.
Puedes cerrar los ojos y rezar para que vuelva,
O puedes abrirlos y ver todo lo que ha dejado;
Tu corazón puede estar vacío porque no lo puedes ver,
O puede estar lleno del amor que compartiste.
Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el vacío y dar la espalda,
O puedes hacer lo que a él le gustaría: Sonreír, abrir los ojos, amar y seguir.”
~ David Harkins
Juan and Sofia were born into Catholic families in Colombia, South America. They met on Juan’s Patron Saint Feast Day, Saint John Bosco, January 31st and recently got married on the 31st of July. Both have encountered Jesus in their lives and decided to follow him with great commitment.
Juan is a Political Scientist and also a great golfer. He works in the Wine and Spirits Industry.
Sofia is a commercial real estate lawyer and works at her family-owned business. They currently live in Cali, Colombia.
Juan and Sofia are increasingly passionate about the apostolic mission with the youth and young professionals. They are committed to showing the love of God and his mysteries through the beauty of the sacrament of marriage and friendship. Both have lived their conversion through different spiritualities within the Church, such as the charismatic renewal, parish groups (Emaus and Effeta), Mana (a self-founded apostolic group) and Opus Dei. This last one is currently where both congregate and receive all their spiritual formation and guidance. Although they have much to learn, they are eager to share their testimony with all the readers.